La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

Hay poderosos indicios de que Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle ya se sentaron, hablaron y acordaron.

En caso de confirmarse esta versión que circula en los lavaderos políticos, era lo más sensato.

Lo insensato sería lo que decían algunos sabelotodo en el sentido de que Anaya no acordaría con Moreno Valle y que impondría a candidatos visiblemente perdedores como Eduardo Rivera, Juan Pablo Piña y Humberto Aguilar Coronado.

Si esa idea delirante hubiera prosperado indicaría algo: que Anaya es un suicida que entró a la contienda con un balazo en la cabeza.

Otro elemento importante en esta película es que para que los acuerdos funcionen el morenogalicismo tiene que ir en equipo.

Y en ese equipo caben, entre otros, el gobernador Tony Gali, el ex gobernador Moreno Valle, el alcalde Luis Banck, Martha Érika Alonso, Tony Gali López, Jorge Aguilar Chedraui y Eukid Castañón.

Si no van juntos irían como los sabelotodo juran que irá Anaya: con su Club de la Derrota del brazo.

Esto es: con un balazo en la cabeza.

Las negociaciones cambian cada minuto.

Los nervios estallan.

Los Neanderthales corren por separado y los Sapiens en equipo.

Cualquier movimiento extraño contaminará lo ganado.

Es cosa de ver los ritmos y las arritmias de los demás:

El PRI en Puebla, con dos balazos en el cerebro: el de la supuesta triangulación de dineros movilizados por Manlio Fabio Beltrones vía la Secretaría de Hacienda y el fantasma de la negociación para que gane José Antonio Meade.

Y Morena, con un balazo metido en la zona del lenguaje: el de Enrique Cárdenas, promovido por Fernando Manzanilla y el Instituto Ponchito, en aras de descarrilar a Miguel Barbosa, visible candidato de López Obrador a Casa Puebla.

La única esperanza posible ante esos escenarios de derrota la expresó muy bien el diputado Alejandro Armenta: que haya un éxodo de priistas a las filas de Morena para ganar la gubernatura.

Siempre es bueno recordar que Armenta llegó a San Lázaro gracias a una negociación encabezada por su ex amigo Osorio Chong y Moreno Valle.

Y más: que en su momento perdió dos elecciones claves: la de 2010 —como dirigente estatal del PRI— y la de 2016 —como coordinador de campaña.

Con esas credenciales sólo queda la esperanza.

O un milagro.

O que el enfermo no se muera en el camino.

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