Cada 17 de enero, simba asiste al templo con Jessica para recibir la bendición, hace 13 años este french poodle la sorprendió.

Por: Osvaldo Valencia

Hace 13 años una sorpresa le esperaba a Jessica al entrar a su hogar. Regresaba de una tarde de clases en la secundaria. Un pequeño french poodle la recibía. Le llamó Simba.

Sí, una sorpresa, porque la madre de Jessica tiene la costumbre de ahuyentar, en especial con una escoba, a todo aquel animal que se acerque a la entrada de su casa.

“Una noche llegué y ahí estaba el perro y como se encariñaron rápido con él ya no se fue”, recuerda.

Desde ese momento Jessica le dedica sus días, mesadas y ahora quincenas para alimentarlo y cuidarlo cuando se enferma.

En una gélida mañana, donde el frío apenas permite sentir las manos, Jessica lleva a Simba abrigado con un suéter azul con detalles rojos a la iglesia de San Antonio Abad, como cada año, para que el patrono de los animales lo proteja y cuide de los males.

“Para mí es una tradición traerlo porque ya está grande, además de que el año pasado tuvo una infección y se puso muy malo, por eso con más razón lo traemos, para que sane”, cuenta.

En el atrio de la iglesia del Barrio de San Antonio, Simba espera la bendición junto a perros shar pei, salchicha, pastor alemán, así como conejos y hasta pericos.

En este tramo de su vida, Jessica no tiene a nadie más que a Simba, lo que gana a la quincena como diseñadora lo destina a él.

Cada tres meses gasta mil 100 pesos en un medicamento que necesita el can por la infección del año pasado; cada bimestre, otros 700 pesos por una medicina para atender un mal cardíaco; cada mes, 450 pesos por un alimento especializado; cada dos meses invierte 200 pesos en corte de pelo y 350 pesos en desparasitación y cada medio año gasta 500 pesos en ropa cuando “algo le parece lindo”.

“No lo consentimos de más y no lo tratamos como una persona, simplemente se le quiere y se le procura”, refiere Jessica.

“RECIBIMOS A TODOS"

“Haz que por gracia de Dios no se enfermen y procreen, y finalmente nos des la conformidad en todas las disposiciones divinas para que podamos contar contigo eternamente”, pide el sacerdote Alejandro Cabrera Pérez.

Con 12 años dedicados al sacerdocio, no sólo ha visto desfilar a perros para recibir la bendición, incluso tarántulas, serpientes y lagartijas son “mascotas de la familia”.

“Uno se sorprende de las mascotas que luego traen, pero son eso, mascotas y las recibimos igual”, responde el sacerdote al agregar que esta tradición es seguida con fe, la misma con la que San Antonio Abad  abandonó sus posesiones y caminó por el desierto sin más compañía que la de los animales.

Variedad. Canes, felinos, arácnidos y reptiles son llevados a la iglesia para recibir la bendición en nombre del patrono de los animales. / ÁNGEL FLORES

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