Su caso es un referente de la política de inclusión que impulsa el Rector Alfonso Esparza Ortiz

Por: Redacción

Luis Alfonso Payán Domínguez estudia la Licenciatura en Procesos Educativos en la BUAP porque aspira a ser docente para sordos. Desde su nacimiento, el universitario de 31 años de edad sufre de discapacidad auditiva. Pese a las dificultades que su condición le impone, no ha abandonado las aulas, ya que la Universidad le brindó un par de oídos para aprender.

Janett Alejandra González Sánchez fue contratada por la Universidad para fungir como intérprete y atender las necesidades particulares de Luis. Con esta acción, la BUAP materializa la política de inclusión del Rector Alfonso Esparza Ortiz: una muestra de sensibilidad de la actual administración para atender a los estudiantes, eje fundamental de la labor institucional.

En octubre de 2017, Luis sostuvo una reunión con la coordinadora de su programa educativo, Karla Villaseñor Palma, en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la BUAP, para expresar los motivos de su posible deserción. La falta de un intérprete le imposibilitaba comprender gran parte de los contenidos de las asignaturas. La Institución le dio una respuesta.

El pasado 8 de enero, Janett Alejandra González Sánchez, licenciada en Educación Especial en el área de Atención Intelectual, se convirtió en su intérprete, al contar con tal experiencia en juzgados y actos públicos de gobernantes, además de brindar terapia a personas con esta discapacidad.

Gracias a la sensibilidad de la administración que encabeza el Rector Alfonso Esparza, Luis cuenta con un par de oídos que le permiten comprender los conocimientos que sus docentes le comparten. La intérprete González Sánchez le brinda un soporte extra, pues además de dominar el lenguaje de señas, es egresada de una licenciatura que empata con los contenidos del programa de estudio de Luis. Ambos son del área de la docencia.

“Traducir en señas lo que el profesor dicta en clase o lo que recomienda leer no es suficiente. El conocimiento universitario es especializado y complejo, además no existen traducciones exactas, por lo que es necesario conocer de los temas para no compartir ideas erróneas. Tengo una gran responsabilidad en la formación de este estudiante”, comentó González Sánchez.

Al inicio de este año, la intérprete impartió un taller sobre lenguaje de señas a la comunidad de la FFyL, al que asistieron profesores que tendrían como alumno a Luis. Ella está motivada pues ha visto respuesta no sólo entre docentes, sino entre los propios estudiantes. Confía en que sus acciones tengan un efecto multiplicador para que más universitarios sean conscientes de los obstáculos a los que se enfrentan personas con alguna discapacidad.

Sin embargo, sostuvo, hay que hacer más: “se debe sensibilizar a los profesores, sobre todo porque hay que realizar  cambios en las metodologías de enseñanza, pues los sordos no aprenden de la misma forma. Su lenguaje se estructura de otra manera, por lo que la pedagogía y los esquemas de evaluación se deben ajustar a ello”.

A estas diferencias en el aprendizaje hay que sumar los rezagos que los estudiantes con discapacidad arrastran desde su formación básica, debido a la poca atención de muchos docentes que casi siempre les enseñan los mismos contenidos. Luis concluyó su preparatoria en siete años, porque en ocasiones las escuelas lo dejaban sin intérprete.

A diferencia de su difícil paso por la educación básica y media superior, como universitario de la BUAP, Luis contará con los oídos de una amiga y profesional que le ayudarán a adquirir conocimientos especializados, en muchos casos negados a las personas con discapacidad.

“No se trata sólo de capacitarlos para el trabajo. Si él está aquí, en la Universidad, es por algo, y la enseñanza universitaria va más allá de sólo enseñar para trabajar: es una formación personal de valores para la vida. No hay que privarlos de ello”.

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