Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
Una de las principales promesas de campaña que ha hecho el puntero de la contienda presidencial, Andrés Manuel López Obrador, es lograr la autosuficiencia alimentaria del país.
Eso significa, según entiendo, dejar de importar alimentos y consumir sólo los que se produzcan aquí.
México es uno de los principales productores agrícolas del mundo. De acuerdo con el Inegi, el PIB del sector primario de México tuvo un valor de 2.25 billones de pesos en 2016 y un crecimiento a tasa anual de 5.5 por ciento.
Según el sistema de estadísticas de la FAO, México fue en 2013 el segundo productor mundial de sorgo y limón, cuarto de coliflor y brócoli, y quinto de frijol, naranja, papaya y fresa.
Datos del Banco de México indican que las exportaciones agrícolas en 2016 sumaron 12 mil 901 millones de dólares mientras que las importaciones fueron de 10 mil 858 millones de dólares, para una balanza superavitaria de más de dos mil millones de dólares.
Pese a esas buenas cifras, México no es un país autosuficiente en alimentos. Aun con el crecimiento del sector, se ha tenido que recurrir a las importaciones para cubrir algunos faltantes en productos, principalmente maíz, soya y trigo.
En 2016, el país importó de Estados Unidos maíz por mil 363 millones de dólares; soya, por 668 millones de dólares y trigo, por 282 millones de dólares. La importación total de alimentos del vecino del norte fue por ocho mil 727 millones de dólares.
México es el sexto productor mundial de maíz, pero también es un importante consumidor del mismo. Actualmente produce 23.5 millones de toneladas de maíz, pero tiene que importar más de 13 millones de toneladas, cinco millones de maíz blanco y 8.15 millones de maíz amarillo, lo que significa un déficit de 45 por ciento.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura, México tiene una producción promedio de 2.2 toneladas de maíz por hectárea de temporal.
En cambio, en Estados Unidos la producción promedio es de 3.4 toneladas por acre, que equivale a poco más de ocho toneladas por hectárea.
En México el costo de producción por tonelada de maíz ronda los mil 750 pesos, los cuales, con una producción de seis toneladas por hectárea, arroja una ganancia cercana a 100%, pero, como ya dije, el promedio es de sólo 2.2 toneladas.
En el Medio Oeste de Estados Unidos, de acuerdo con datos de la Universidad de Wisconsin, el costo de producción es de 238 dólares por acre, con una cosecha de 190 bushels, lo cual convertido al sistema métrico, equivale a 53 dólares por tonelada. Esto es, unos 960 pesos al tipo de cambio actual.
Como se ve, la principal razón detrás de la importación de cerca de la mitad del maíz que consumimos es de costos.
México tiene una superficie cultivable de casi 110 millones de hectáreas de las cuales sólo cuatro de cada diez se destinan a la producción de alimentos. De esa superficie, el maíz ocupa 24% para una producción, unas 10.5 millones de hectáreas.
Como digo arriba, México produce un total de 23.5 millones de toneladas de maíz. Mientras tanto, Estados Unidos, el principal productor mundial, tiene una cosecha de 330 millones de toneladas –de las cuales exporta 18%–, de una superficie cultivada de 39 millones de hectáreas.
Para dejar de importar maíz, tendríamos que aumentar la superficie cultivada a casi el doble, sacrificando productos más rentables en el mercado de exportación. O bien, tendríamos que cuadruplicar la producción por hectárea y reducir los costos a la mitad para estar en niveles de la agricultura estadunidense.
Visto así, habría que preguntarse si la autosuficiencia alimentaria es alcanzable o incluso deseable, pero si dejamos a un lado esa discusión –que seguro caería en lo opinable–, quien plantee como meta la autosuficiencia tendría que explicarle a los electores cómo piensa lograrla.
He escuchado a López Obrador decir que si gana la Presidencia promoverá la siembra de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables.
No entiendo la relación entre la autosuficiencia alimentaria y los árboles frutales. México ya es un gran exportador de limón y naranja. Y habría que tomar en cuenta que los árboles requieren un mínimo de dos años para dar frutos. Eso, en el caso de los cítricos, porque la manzana, el durazno y la pera, requieren del doble de tiempo.
Los candidatos deberían aterrizar sus propuestas, hablar con precisión sobre el para qué y el cómo. Y los ciudadanos deberían exigir que lo hagan, especialmente cuando se trata de quien tiene mayores posibilidades de ganar la elección que tendrá lugar en cinco meses.
