Por Osvaldo Valencia

Foto Jafet Moz

Al priismo poblano le llegó el mensaje que quería escuchar desde la contienda electoral pasada:

Unidad y esperanza para regresar al gobierno de Puebla. Unidad y esperanza conjunta en un hombre: Enrique Doger Guerrero.

Son las dos de la tarde del dos de febrero. El ex delegado del IMSS llega a pie a la sede estatal de la Confederación de Trabajadores de México.

A su entrada al recinto decenas de señoras corean "Con Doger sí ganamos", mientras otros cientos de priistas toman sus celulares para tener la foto con "el candidato".

En su discurso, Doger no tiene contemplaciones y achaca el problema de inseguridad en el estado a la actual administración.

"Hay asaltos, robos en el transporte público, centros de trabajo, en las colonias, en todos lados; no hay una sola persona que pueda estar exenta o pueda decir 'a mí no me ha pasado'", acusa.

Pero no se limita a eso, pone nombres a los responsables.

"Eso es culpa de un gobierno que ya no debe seguir, que ya se tiene que ir porque son lo mismo, es Rafael Moreno Valle y ya no queremos seis años más de lo mismo (...) La candidatura de Acción Nacional es la continuación de Moreno Valle y eso no lo podemos permitir", embiste el precandidato, seguido de una ola de aplausos.

También tacha de incongruente a Eduardo Rivera, quien enfrentaba un proceso de inhabilitación por 12 años ante el Congreso del estado, multa de 25 millones de pesos y embargo de su casa, y ahora es precandidato a la alcaldía de Puebla por el PAN.

Y a Miguel Barbosa Huerta, precandidato de Morena, lo minimiza por ser –según él– un candidato que sólo ve los problemas del estado desde la capital del país, "sin entender lo que padecen los trabajadores de a pie".

Sus disparos son pausados, con ritmo. La multitud aplaude. Y casi olvida por un momento que no tendrán aliados electorales. Olvidan que el precandidato presidencial tricolor –José Antonio Meade– no vino al arranque de la precampaña estatal: el único precandidato presidencial que no viajó a Puebla este día.

A ellos, a los priistas poblanos, les queda sólo el sabor a esperanza de su candidato al gobierno estatal.

 

***

 

En el Partido Revolucionario Institucional a todos les llega su oportunidad.

"El PRI es muy generoso con todos nosotros y en el PRI claro que hay tiempos para candidaturas", le suelta Leobardo Soto, líder de la CTM, a un Enrique Doger que tuvo que esperar dos años más para tomar su oportunidad.

Doger vio para la lucha por Casa Puebla desde la banca. Sólo fue espectador de una candidata de nombre Blanca Alcalá que caía en las urnas por más 11 puntos ante Antonio Gali Fayad.

Solo veía cómo el PRI perdía la esperanza de regresar al Poder Ejecutivo estatal, por lo menos durante un año y 10 meses.

"Es humano reconocer que uno se equivoca", le dice Leobardo a Doger, tal vez porque el líder de la CTM respaldaba a Juan Carlos Lastiri en su búsqueda de la candidatura priista.

"Pero en política es más de humanos ser sabios como él y reconocer que nos necesitamos todos para el triunfo. Nos necesitamos para ganar", remata Leobardo. El precandidato a gobernador sólo asiente con la cabeza y se acercan hasta fundirse en un abrazo.

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