La Loca de la Familia
Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia
Si tienes un hater cumplidor, no lo sueltes jamás.
Dale de beber diariamente el néctar de tu belleza. La dosis perfecta de tu desparpajo y una cucharadita de generosidad…
Recuerda: un hater es un zombi adicto a ti.
Tú eres su línea de coca pura. Su arponazo de heroína. Su churro mañanero.
¡Su Ritalín, su Viagra, su Tafil!
Eres su viaje y su malviaje. Su pálida y su monchis.
Eres voz que clama en su desierto. El maná que le cae del cielo.
Si tienes un hater que te mira como un niño pobre mira a los niños ricos detrás del aparador de juguetes, no lo hagas sufrir. Enséñale la emoción del juego (tu juego). Compártele tus armas. Dale a chupar la paleta y luego quítasela de la boca enmelada.
Porque el mundo es cruel y la vida es dura (y pocas cosas perduran), procura a tu hater más que a nada en este mundo.
El hater es un goloso que se niega a revolcarse en tu melaza.
Un hater pasa ansioso frente a tu puerta como pasa un turista mexicano frente a una vitrina sexual en Ámsterdam. Camina, observa con recelo, se va… vuelve a pasar, puede que te escupa, y se vuelve a retirar.
Pero si sabes cultivar a tu hater como cultivas a la más rara orquídea, siempre volverá para admirarte, arrobado, como se mira a una escultura florentina: con zozobra, angustiado, impaciente por robarte para sí.
Cuando sientas que tu hater en lugar de idolatrarte, chinga; piensa en esto: chingar es la forma más primitiva del amor. Chingar es amar sin saber cómo.
¡Oh, sí!, todos los caminos conducen a Roma (y al amor).
Y los caminos del hater están delicadamente pavimentados con la sal de sus más añejas piedras biliares.
Tener un hater de primera es mejor que tener un novio o un perro fiel.
El hater es siervo, sherpa, centinela, celador…
Si cuentas con uno o dos haters a tu servicio, no necesitas cota de malla ni caparazones de caguamón… ellos mismos, con sus zarpas, te curten y te dan valor.
Y si por aquello de la casualidad tu hater un día logra patearte, déjate hacer, pero mientras vuelas, recuerda: la pata de un Yeti sobre el culo nunca tumba… simplemente te eleva.
Por favor, cuida a tu hater más que a tu espejo; ya que del hater dependerá que el paso de tiempo no te toque… mientras sepas dominar el arte del trastoque.
Ten a tu hater siempre a la mano, como un llavero de emergencia que te saque de la contingencia.
Si es buen hater, velará tus sueños.
Será el Morfeo que te arrulle con sus llantos internos y sincopados.
Un hater es, en el fondo, un Virgilio trágico, pero amoroso.
Un hater es eso: un odiador de su propio rencor.
Un hater es un hater es un hater es un hater.
Y así, hasta la eternidad.
