La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía/ @QuintaMam

Como priista, Nancy de la Sierra vociferó contra todos aquellos que no estuvieran con su partido, el PRI.

(Era la primera en formarse para recibir cuatro cosas del presidente Peña Nieto: un beso, unas palabras al oído, un abrazo y una selfie).

Las burlas notorias en contra de Andrés Manuel López Obrador fueron constantes en 2006 y 2012.

Desde la frivolidad en la que se mueve, se mofaba hasta del modito de hablar del tabasqueño.

¿Resultado?

Perdió las dos elecciones.

Como buena Emperatriz de las Derrotas, Juan Pablo Piña la humilló en 2015.

Lo peor para ella es que fue víctima del voto en contra de sus propios paisanos a los que odia: los teziutecos.

Cuando Nancy de la Sierra renunció al PRI para afiliarse a MORENA hizo lo imposible por granjearse la amistad, que nunca tuvo, de Beatriz Gutiérrez Müeller, esposa de López. Obrador.

Y hasta fue a la presentación de uno de sus libros, y adquirió un ejemplar —que seguramente no leyó.

(Y si lo hizo, seguramente no entendió).

Todo en aras de ser candidata a algo en las elecciones de 2018.

(A algo, cualquier cosa, lo que sea su voluntad).

Hoy es candidata al Senado, en la segunda fórmula, porque no quiso ser la abanderada de MORENA en la capital del estado.

El lunes pasado, Nancy descubrió horrorizada que sus paisanos de la Sierra Norte —aunque ella, muy fifí, dice que nació en París, Puebla— la odian tanto como ella a los teziutecos.

Y es que en Xiutetelco y en Zacapoaxtla surgieron los silbidos y los abucheos en su contra una vez que AMLO la mencionó en los abarrotados mítines.

No faltó el señor de sombrero de palma que desde el gallinero democrático le gritó “¡Lady Teziutlán!”.

(Hace unos días, cuando se atrevió a poner zapatillas —Jimmy Choo— en el pueblo que la vio nacer —y al cual vomita—, los reporteros sólo tuvieron una pregunta para ella: “¿Sigue odiando a los teziutecos?”. Su respuesta fue, faltaba más, un costalito de mentiras. Y es que juró una y otra vez que habían sacado de contexto su declaración de odio. Y dijo más: Que amaba a sus paisanos y paisanas con una ternura incontinente y un amor patrio brutal. López Velarde, ufff, se quedaría corto).

Hay que decirlo: su dicho “odio a los teziutecos” no es un dicho cualquiera.

Refleja un estado de ánimo, una actitud ante la provincia de la provincia, una manera de ser.

La sola expresión es despectiva.

Abrumadoramente.

El contexto en el que lo dijo es peor:

Venía de perder la elección, y en esas condiciones fue a su aborrecida patria chica a la boda de una sobrina suya.

En ese momento, en ese contexto, dijo lo que después quiso negar.

Me explico: No sólo odia a los teziutecos que en 2015 votaron por otra opción.

Odia, faltaba menos, a los que votaron, incluso, por ella misma.

Así lo dijo con toda claridad en el programa Destrozando la Noticia.

El diálogo no tuvo pierde.

Nancy dijo, como no queriendo, que odiaba a sus paisanos.

Enrique Núñez preguntó desconcertado en aras de que reconsiderara:

––¿A quién odias?

––A los teziutecos en general ––respondió la teziuteca vergonzante.

––¿Pero cómo los odias si fuiste a buscar el voto allá? ––replicó Fernando Maldonado.

––Odio la lógica de la gente ––respondió.

––¿Es difícil? ––preguntó Núñez.

––Está (la gente) muy complicada ––argumentó ella.

Tras el escándalo suscitado a raíz de la publicación de sus dichos, la entonces secretaria técnica del Consejo Político Estatal del PRI quiso cambiar la versión.

Cosa imposible.

Ahí estaba el video que demostraba que su odio no era por un tema electoral.

Es, como diría Octavio Paz, un corte de caja con el pasado de quien se siente superior a sus orígenes.

Ahora que es candidata al Senado por MORENA, ¿cómo le hará para hacer gira por su odiado terruño?

¿Piensa que los teziutecos son tan estúpidos que no recordarán cuánto los odia?

Pobre Nancy.

Su pasado la persigue como a su ex amado Mario Marín, padrino, por cierto, de su boda.

Quién lo iba a decir: la ahijada de Marín ya tiene otro padrino: el mismísimo López Obrador.

¿A qué sabrá esa ensalada?

O como diría Gustavo Díaz Ordaz cuando como candidato a Los Pinos vio en un cerro la pinta “Tehuacán con Díaz Ordaz”: “¿A qué sabrá esa chingadera?”.

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