Las Serpientes

Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo 

El que fuera el partido hegemónico en Puebla, el PRI, atraviesa por una de las peores crisis en su historia debido a la fuga de personajes que alguna vez militaron dentro de este instituto político, el más reciente, Víctor Gabriel Chedraui.

No es que Víctor Gabriel Chedraui tenga un gran peso político, es simplemente el ejemplo de un organismo que ya está agotado debido a la pésima conducción que ha tenido en los últimos años bajo presidentes de partido que poco o nada entienden de la política.

De 2010 a la fecha pasaron por el edificio de la Diagonal Juan Carlos Lastiri, quien negoció con Moreno Valle la actual Ley Electoral de Puebla, la cual permitió aberraciones como la minigubernatura, las candidaturas comunes y las presidencia municipales de cuatro años y ocho meses. Fernando Morales Martínez, quien ahora es presidente de Movimiento Ciudadano en Puebla; Pablo Fernández del Campo, Ana Isabel Allende Cano, estos dos, sin oficio político, ni tablas, y finalmente Jorge Estefan Chidiac, quien le ha dado el remache al tricolor.

Hoy, el Revolucionario Institucional es una caricatura de lo que llegó a ser y comienza a pagar el precio; se ha quedado sin el gobierno y sin las principales ciudades en el estado y ahora hasta sin militantes, los cuales han pasado a engrosar las filas de Morena (Bartlett, Armenta, Nancy de la Sierra) o del morenogalismo, que también se ha nutrido con elementos provenientes del tricolor, como el propio ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas o el hoy mandatario Tony Gali Fayad.

Gran parte de la culpa de esta terrible crisis por la cual atraviesa el tricolor la tiene también la dirigencia nacional de este partido, la cual una y otra vez se adaptó a los acuerdos entre Los Pinos y Casa Puebla, los cuales perjudicaron al Revolucionario Institucional hasta dejarlo en la actual crisis en la que actualmente vive.

El CEN del tricolor solapó una y otra vez los acuerdos que le permitieron al morenogalismo convertirse en el grupo hegemónico en el estado, dejando en la total orfandad a los cuadros locales, los cuales tuvieron que claudicar, so pena de ser objeto de persecuciones.

Una muestra de esta complicidad es la serie de delegados federales que han sido enviados a Puebla para operar los procesos que se han llevado a cabo, una bola de mafiosos que nunca pudieron unificar a las tribus priistas, que comenzaron a surgir luego de la derrota del marinismo.

Sólo el duranguense Ismael Hernández Deras se salva de la “quema” y eso porque estuvo al frente de una elección pactada entre Los Pinos y Casa Puebla.

Los más tristes casos son los de Fernando Moreno Peña y Rufino Márquez, quienes vinieron nada más a saquear lo que todavía quedaba del que alguna vez fuera el partido hegemónico.

Los delegados federales, que fueron enviados a operar a Puebla tras el triunfo del peñismo, también fueron una verdadera decepción.

Originarios de otros estados y pertenecientes al grupo del ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, vinieron a Puebla a ver qué se podían llevar y jamás les interesó operar políticamente a favor de su partido.

Hoy pareciera que el gobierno federal quiere apretar un poco al morenogalismo a través de la detención de Juan Melquiades Vergara Fernández, ex secretario de Finanzas del gobierno de Quintana Roo.

Pero se olvidan que existen muchas complicidades entre ambos grupos, las cuales difícilmente se van a ventilar, so pena de que los dos salgan dañados.

La indolencia del gobierno federal hacia Puebla y del PRI ahora tiene sus consecuencias, Morena ha ocupado el espacio que dejó vacío el tricolor al renunciar a su papel de oposición en la entidad y convertirse en comparsa de lo que hoy pretenden combatir.

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