Las Serpientes

Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo

A nadie le quedaron dudas, Puebla es territorio de Andrés Manuel López Obrador, como ya lo fue desde la pasada elección de 2012, cuando le ganó de manera apretada a Enrique Peña Nieto.

Ahora, el asunto es tratar de dilucidar si el arrastre del tabasqueño será suficiente para neutralizar a la estructura del morenogalismo y su candidata Martha Erika Alonso Hidalgo.

Queda claro que el tabasqueño, además de su carisma, ha logrado conformar lo que antes no tenía, una estructura producto de las adhesiones que ha recibido en la entidad como la del ex perredista y precandidato a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa y la del ex priista y ex dirigente estatal del tricolor, Alejandro Armenta Mier.

Los eventos encabezados por López Obrador en Puebla dejan constancia de la organización de esta estructura y de que el dueño del cuarto padrón más importante en el país es sin duda El Peje, quien ha demostrado un interés muy especial por la entidad, donde permaneció durante cuatro días.

La gran interrogante, reitero, es poder saber si esta popularidad será suficiente para que no sólo López Obrador gane Puebla, sino que la marea arrastre al resto de los candidatos, como ocurrió en 2000 con la famosa ola azul de Vicente Fox Quesada.

Es evidente el poder y el arrastre que el tabasqueño mostró en sus actos, pero ahora habrá que ver si Luis Miguel Barbosa, Alejandro Armenta, Nancy de la Sierra y el resto de los candidatos son capaces de sumarle a López Obrador.

Esto aunado a los abanderados a las presidencias municipales que estarán en juego, pueden ser la diferencia en el próximo proceso electoral para terminar con la hegemonía del actual grupo en el poder, pero todavía está en veremos esta situación.

No queda duda de que López Obrador es el favorito para ganar la presidencia de la República, de eso quedó constancia durante su visita a Puebla, donde los eventos dejaron en claro que tiene Puebla en sus manos.

Ahora habrá que ver el choque de trenes que se aproxima contra la estructura del morenogalismo, el cual se ve pactó, y muy bien, con Ricardo Anaya, al ver cómo se desmorona la campaña del precandidato del PRI a la presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña.

 

LOS GUIÑOS HACIA ANAYA

En el otro frente, en el del morenogalismo, quedó claro que si en algún momento hubo compromiso con Pepe Toño Meade, ahora todo es para Ricardo Anaya.

Y es que el evento de este fin de semana donde concurrieron Anaya, Martha Erika y Eduardo Rivera, dejó en claro que si primero los guiños fueron para el priista y hasta se llegó a pensar en una posible alianza para no desfondar a este partido, ahora todo es para el queretano, quien se apoderó del segundo lugar en las preferencias.

Las declaraciones de Ricardo Anaya de que en caso de ganar invitará a Rafael Moreno Valle a ser parte de su gabinete y de Martha Erika reconociendo al ex dirigente nacional del PAN como la mejor opción para gobernar el país, no son en vano.

Estos guiños hablan de que el morenogalismo vive una auténtica luna de miel, con quien hasta hace unos meses fuera un terrible adversario.

Puebla es una entidad clave, como ya lo mencioné líneas atrás, y sólo la estructura del actual grupo en el poder puede contrarrestar la fuerza que López Obrador demostró.

Para Anaya, el estado es clave, de ahí que los dos grupos antagónicos (anayista y morenogalista) hayan convergido, sobre todo luego de ver cómo el tercero en discordia, el priista Meade, se ha rezagado en la lucha por Los Pinos.

El choque de trenes en Puebla está más que definido: la popularidad de El Peje y su carisma, contra la estructura del grupo en el poder, para tratar de ayudar a que Ricardo Anaya logre también llegar a Los Pinos.

A final de cuentas, así se perfilan las cosas, una lucha entre el frente conformado por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, contra las huestes de López Obrador y su Morena por la presidencia de la República con un priismo desfondado y dividido, pensando un ala en sumarse al tabasqueño, mientras que los tecnócratas se aferran a Meade, con un pie también en la campaña de Anaya.

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