Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3
Una de las preocupaciones centrales de los analistas políticos es formalizar las hipótesis con las cuales trabajar para inferir resultados electorales.
Nunca como ahora, evaluar y medir los resultados de esta elección aparece como poco más que imposible.
Los poblanos elegiremos nueve puestos de elección popular. Cinco de nivel federal, (Presidente de la República, senadores, senadores plurinominales, diputados federales, diputados federales plurinominales) y cuatro de nivel estatal (gobernador, diputados locales, diputados locales plurinominales y ayuntamientos).
Escogeremos entre tres coaliciones federales (PAN-PRD-MC; PRI-Verde-Panal; Morena-PES-PT) y entre una ensalada poblana que, para gobernador, mezcla dos coaliciones (PAN-PRD-MC-CPP-PSI) y (Morena-PES-PT), PRI, Verde y Panal.
Para diputados locales, una maraña de combinaciones: PRI, Verde y Panal irán solos en 26 casos; Morena-PES-PT irán en coalición en todos los casos; PAN-PRD-MC, irán juntos en 21 de 26; en cinco, PAN, PRD, MC, irán solos CPP y PSI.
En el caso de los 217 ayuntamientos: PRI, Panal, Verde, CPP, PSI, irán solos; Morena-PES-PT, en todos irán en coalición; PAN-PRD-MC, irán en coalición en 60 ayuntamientos, en el resto (157) irán solos.
El problema inicial plantea al elector una confusión que durante la campaña debería ser aclarada, pues en cada municipio, la agenda de oportunidades para votar será totalmente diferente.
Pero donde radica el problema mayor es en la construcción de la decisión de votar.
Los estrategas de una campaña deben plantearse como objetivo principal promover que cada elector vote por el partido o coalición en la que trabaja. Ese es el ideal.
Para ello, deben hacer que el elector vote por el mismo logo (escudo) en las seis boletas que recibirá el primer domingo de julio. Aquí es donde está lo imposible.
Salvo la coalición Morena-PES-PT, los demás van en diferentes tipos de chilaquiles.
En teoría, al votar, cada elector en Puebla, al decidir, tendrá 72 posibles combinaciones. Está cañón un voto razonado.
Para eso existe el marketing político, que de suyo evade la razón como instrumento para convencer, persuadir o seducir al elector. Usar razones no es posible, porque entonces el elector emitirá votos diferenciados y eso no conviene a los partidos, que de por sí, por su ineficiencia electoral, han sido suplidos por las coaliciones.
Es la primera vez, en la historia electoral del país, que esto sucederá.
De suyo la historia electoral de México es una secuencia de leyes, acuerdos y formas de participación inéditas, siempre, en cada elección, procesos y procedimientos inéditos, diferentes, siempre nuevos.
A lo mejor es para que ningún elector adivine cómo se resolverá cada elección.
De entrada la bronca será seguir las pistas de las votaciones, es difícil para un elector revisar los resultados electorales, dado el “galimatías” al que se enfrenta en las urnas. Si alguien hablara de fraude, sería imposible. A veces pienso que de eso se trata, para que, sólo los que mandan, sepan cómo construir sus acuerdos antes, durante y después de la elección.
Por eso es más fácil, ponerse de acuerdo entre los partidos y repartirse los puestos, que enfrentarse a la dictadura de las urnas.