¡¡¡ 3, 2, 1, CERO… COMENZAMOS!!!

Por: Pablo Chávez Meza / @pachame

Acapulco fue sede la 81 Convención Bancaria y por los tiempos electorales del país fue la pasarela de los suspirantes a la Presidencia de la República para este año. El jueves pasado se dieron cita los independientes, Margarita Zavala Gómez del Campo, Jaime Rodríguez Calderón y Armando Ríos Piter.

Al día siguiente se dio el desfile del morbo, donde el aplausómetro se hizo patente. Como lo dijimos la semana pasada, José Antonio Meade Kuribreña, candidato de la coalición Todos por México, fue quien más tiempo de aplausos recibió por parte de los asistentes.

La razón, muy sencilla; primero, porque es una persona ampliamente conocida por los banqueros debido a que en dos ocasiones ha fungido como titular de la Secretaría de Hacienda, además de que goza de la simpatía del gremio.

Él fue el encargado de iniciar la pasarela política de ese día. A pesar de mi expectativa generada, el candidato por la coalición Todos por México habló mucho de temas económicos pero no de propuestas.

Por casi 30 minutos, en lo general, los dedicó para hablar sobre la importancia del Estado de Derecho –el común denominador entre los tres suspirantes de ese día–; en términos generales se manifestó por la continuidad del actual modelo económico, es decir, sí al Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) o a las reformas estructurales, entre ellas la energética.

Además, habló sobre los acuerdos comerciales del país, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la Alianza del Pacífico; además de destacar los 32 trimestres de crecimiento de la economía mexicana.

El candidato priistaecologistanuevoaliancista insistió en la aplicación del Estado de Derecho, así como por el manejo responsable de las finanzas públicas –que, dicho sea de paso, eso es algo en lo que todos aquellos que aspiran la silla presidencial deben tener presente–.

Yo esperaba un poco más de propuestas, pero eso fue lo que ofreció a los banqueros, quienes le compensaron con un prolongado aplauso; factor que difícilmente se volvería a repetir.

Después tocó el turno al suspirante de la coalición Por México al Frente, el panistaperredistaciudadanista, Ricardo Anaya Cortés. Él, al igual que su antecesor, habló acerca de tener una política fiscal responsable –creo que iban con dedicatoria esas indirectas, para ya sabemos quién–. También se pronunció por la autonomía del Banco de México (Banxico), así como por la continuación de las reformas estructurales.

Anaya Cortés reconoció la existencia de dos pendientes: el combate a la corrupción y la aplicación del Estado de Derecho; si bien su discurso no fue tan diferente que al orador anterior, de manera muy superficial tocó dos temas que son de llamar la atención: la automatización y robotización de los trabajos, mismos que traerán consigo desempleo en importantes sectores de la población.

Y a pesar de que no profundizó más allá, dejo estos elementos que más adelante analizaremos. Además que en caso de llegar a la Presidencia, añadió que Salomón Chertorivski sería el encargado de su parte económico-financiera.

Los aplausos fueron fuertes, pero no tan pronunciados como los brindados a su antecesor.

Llegó el turno del suspirante del morbo, del candidato de la alianza Juntos Haremos Historia, el morenopetistaencuentrosocialista, Andrés Manuel López Obrador –“¡¡¡Ahhh!!!... AMLO”, suspira mi tía abuela Godofreda.

La recepción no fue tan efusiva, pero no grosera. Una vez presentado por el moderador, el periodista y analista político Leonardo Curzio, López Obrador –“Andrecito”, espeta la Sabia de mi tía. “¡Gobiérnate tía, estoy describiendo!”– retomó su fórmula de acabar con la corrupción, impunidad y privilegios. Hacer, dijo, “una revolución pacífica”.

Con frases que se oían más a liturgia de misa dominical –“¡Chamaco irrespetuoso!”. “Ya, tía, déjame seguir”–, López Obrador moderó su discurso. “Renacimiento de México, tenemos que moralizar la vida pública”.

Desde mi punto de vista, Andrés Manuel fue quien más habló de un proyecto económico que sus contrincantes, pero lo de siempre: quedó mucho en retórica. Muy moderado, ya no habló sobre echar abajo las reformas, en especial la energética, pero insistió en una revisión.

Insistió en no usar el avión presidencial, así como “buscar acuerdos, sin violar el marco legal” de quienes han invertido en el NAICM, para trasladar su edificación a la base de Santa Lucía y con eso ahorrarse 160 mil millones de pesos, pues en lugar de invertirse 200 mil millones de pesos se gastarán sólo 40 mil millones de pesos.

El tres veces suspirante presidencial aseguró a los aterrados banqueros que mantendrá el equilibrio macroeconómico, no se actuará con desparpajo, será respetuoso de la autonomía del Banxico, del Estado de Derecho y que no afectará a la Banca, debido a que el país requiere una banca fuerte.

“¡Arroz…!”. “¡Tía, déjame seguir…!”. Incluso, diferente a otras ocasiones, pidió a los banqueros una ampliación del servicio, pues de los 2 mil 500 municipios que hay en el país, alrededor de mil no hay servicios bancarios.

Sin embargo, algo que llamó mi atención, y reproduzco de manera textual, fue esta respuesta que dio a pregunta sobre la no injerencia en este proceso electoral: “Yo tengo dos caminos, ya lo he expresado: Palacio Nacional o Palenque, Chiapas. Entonces me quiero ir a Palenque, Chiapas, tranquilo; si las elecciones son limpias, son libres, me voy a Palenque, tranquilo. También, si se atreven hacer un fraude electoral, yo me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre; el que suelte el tigre que lo amarre, ya no voy a estar yo deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro”.

Tan bien que íbamos, me dije a mi mismo. En fin, a estar pendientes para conocer sus propuestas en materia económica, insisto, por el foro me esperaba más. “¡Tíaaa…!”. “¿A dónde vas con ese látigo…?”.

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