El ex director del IPD intentará imponer un nuevo récord de abdominales, con el fin de recaudar fondos destinados a niños con problemas de audición.

Por: Osvaldo Valencia

Cuando Julián Haddad Férez impuso por segunda ocasión un récord en abdominales consecutivas, el esfuerzo que hizo para llegar a la meta fue sobrehumano.

Mientras se acercaba a la repetición seis mil, la mañana del 11 de octubre de 2016, Julián mantenía su concentración en la subida y bajada de su cuerpo.

Las porras de la gente que lo arengaba, los gritos de los presentes contando cada una de sus abdominales, los disparos de las cámaras sólo eran sonido ambiental entre él, sus audífonos y las seis mil repeticiones.

En cada jalón que da, su respiración se vuelve más apresurada; con cada repetición que hace en la máquina abdominal, los músculos de sus brazos, hombros, pecho, abdomen y piernas se tensan con más fuerza que la anterior.

“Tú vas hiperventilado, vas jalando aire, llevas haciendo cuatro abdominales cada tres segundos en promedio, llevas una velocidad de respiración, que debe ser llevando muy poco aire en el estómago; concentrarte en un objeto para que no te mates, llevar vaselina para que no te  peles (despellejes)”, cuenta sobre esa sensación al poner al límite su físico.

A un año y medio de esa hazaña, Julián recuerda entre risas las palabras que alcanzó a pronunciar cuando sostenía el cronómetro pausado en una hora, 24 minutos y 18 segundos, y el registro de seis mil 500 abdominales. “Apenas y puedo respirar”, les dijo a los medios de comunicación y personas que lo acompañaban en un gimnasio de La Vista Country Club.

Hoy vuelve a sentir la presión como aquella mañana de octubre de 2016. Superar su hazaña hasta imponer siete mil 500 abdominales sólo es una más de las circunstancias. Hacerlo ante más de 600 personas para recaudar fondos destinados a niños con problemas auditivos es la responsabilidad que llevará en su mente en cada repetición.

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En la vida de todo deportista de alto rendimiento uno se enfrenta con el dolor, la frustración, la disciplina y la recompensa.

Julián tuvo que lidiar con los dos primeros desde que fue director del Instituto Poblano del Deporte (IPD), en el sexenio del ex gobernador Mariano Piña Olaya.

“En una carrera, la Carrera de la Rosa; yo instituí esa competencia que era increíble, en ese evento yo iba corriendo; arrancando, iba en el kilómetro tres, me tropecé, caí sobre la rodilla y seguí corriendo”, recuerda sobre aquella ocasión.

No pensó que ese incidente derivaría en una fractura en la parte superior de la rodilla que a lo largo de la carrera se agravaría hasta el final, cuando dar siquiera unos pasos era imposible.

El daño en la pierna era de tal magnitud que Julián tuvo que pasar por el quirófano en la Ciudad de México para que le implantaran una prótesis en la rodilla derecha.

“La vida de un deportista siempre está llena de lesiones; aparte, es bueno superar el tema de las metas que se impone uno”, acota.

—¿Cuál fue la primera sensación al no poder realizar el ejercicio como lo hacía?

—De momento es muy frustrante, de momento te causa una depresión no volver a correr, no volver a hacer ejercicio.

Pero, ¿cómo supera un deportista de alto rendimiento la adversidad?

En el caso de Julián fue la natación y las pesas las que le permitieron seguir en forma física, mental y espiritual.

“La vida es de retos y siempre hay que estarlos cumpliendo. La vida siempre es muy intensa y tienes que ir a la velocidad de la vida; si tú vas a la velocidad de la vida vas en esa dirección, esa buena velocidad; no te puedes ir ni más rápido ni más despacio, la vida es extremadamente veloz, entonces, a esa velocidad voy”, dice.

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Desde hace nueve meses la vida de Julián se ha regido en una sola dirección: la disciplina, para hacerle frente a su más grande reto hasta el momento.

Disciplina mental es lo primero –lo principal– que necesita una persona para emprender el camino hacia el récord de las siete mil 500 abdominales.

“Lo primero que tienes que hacer es vencer a la mente; llegar a la meta es lo primero que tú tienes que pensar; cuando tú estás iniciando un proyecto lo tienes que vencer en la mente”, señala Haddad Férez.

Para Julián, depués de  vencer la mente, fueron nueve disciplinados meses de despertar a las cuatro de la mañana, tomar una taza de café e iniciar las rutinas de entrenamiento en el gimnasio a las 6:30 horas.

Realizar –todos los días de la semana– tres mil abdominales en el aparato de crunch, cinco series de 200 en la tabla, cinco de pesas y sesiones de natación de resistencia dos días a la semana, además de correr en banda elíptica. Todo lo anterior hasta las 9:15 horas.

Quienes buscan estas hazañas no dejan nada fuera, ningún detalle. Eliminan el gluten,   los lácteos, el alcohol, el tabaco, los desvelos. Quienes quieren esta vida no se restringen cosas, sólo disciplinan al máximo su vida.

“Ahí, la verdad tengo que agradecer mucho a mi señora, quien se levanta conmigo a las cuatro de la mañana; lleva la misma disciplina; va todo el tiempo conmigo; llegamos al gym, entrenamos; la verdad es que es el 50% el apoyo que me da ella, por eso he logrado lo que he logrado”, dice Haddad Férez.

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Desde hace tiempo Julián dejó de preocuparse por no alcanzar el récord. Para él eso “es lo de menos”; la principal preocupación ahora es recaudar las aportaciones económicas para los aparatos auditivos que necesitan niños que nacieron sin la capacidad de escuchar la voz de su madre.

—Parece mentira pero los que escuchamos no valoramos el oído porque… —se queda a media oración en la boca antes de ser interrumpido por algunos admiradores en el Zócalo de Puebla.

—Julián, ¿cómo estás? ¿Ya rompiste el récord? —le pregunta un hombre de cabello largo y cano.

—No, el sábado; este sábado — le responde Julián un tanto apenado con el reportero.

—¿A qué hora? —le pregunta una mujer con un tono de curiosidad.

—A las 10, ojalá nos acompañen —los invita Haddad Férez.

—Felicidades, eres muy valiente —le sueltan antes de retirarse.

Y esa sólo fue una de las tantas interrupciones que sufre Julián a lo largo de la charla de 40 minutos. Personas que reconocen su trayectoria maratonista. Personas que se han sentido inspiradas por las proezas en las series de abdominales.

“El reto es mayor; ni siquiera quiero pensar en las personas que irán, pero no me importa el récord, aquí lo importante son los niños”, reitera Julián, quien en días –precisamente el próximo 10 de marzo en el Parque del Arte– sólo descansará, se relajará y olvidará que someterá su cuerpo a una de las pruebas físicas más duras que ha intentado.

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