Sin Derecho de Réplica
Por: Alberto Rueda / @AlbertoRuedaE
En el ambiente político electoral existe un padecimiento que sufren los partidos conforme se acerca el periodo de campañas y se agudiza cuando avanza el proselitismo en pleno.
Se llama la encuestitis y consiste en que cada fuerza partidista o coalición contrata empresas para que realicen estudios
demoscópicos.
Estas empresas “serias” tienen la cualidad de siempre lograr que los resultados se interpreten a favor de su cliente.
Si la empresa resulta en verdad profesional, aunque el resultado no sea del agrado del cliente que le contrató, entonces este último no la publicará y, además, no volverá a solicitar los servicios a la casa encuestadora.
Por eso, en la gran mayoría de los casos, las empresas “casualmente” terminan por mostrar estudios tendenciosos.
Ahora bien, comúnmente el candidato que vaya arriba en las encuestas publicará todas las que sean posibles, las cuales mostrarán una ventaja regularmente por encima de los 15 puntos.
Sin embargo, es usual que el aspirante que vaya en segundo lugar asegurará a través de sus resultados que va en empate técnico con relación al puntero; se mostrará arriba o abajo por no más de cuatro puntos; tres sería la media. Elegirá la publicación sólo de algunas encuestas por parte de aquellas empresas menos desprestigiadas; las menos peores, pues.
Finalmente, se ha podido observar que el candidato que esté en la lona se limitará a difundir el menor número de encuestas posibles y en las que señalará que la diferencia con el puntero no es de dos dígitos, sino de uno; por lo regular, entre siete y nueve. De esta forma comienzan a negar la realidad.
Así, cada partido o coalición difundirá las encuestas que mejor les convengan, con el fin de incidir en la decisión del electorado.
Generalmente buscan desincentivar el voto o hacer creer que la eleccion está definida.
A muchos electores les gusta sumarse al que creen el aspirante ganador para no quedar mal cuando en las sobremesas se hable de política.
Así que no se sorprenda que a nivel presidencial, a nivel estatal y a nivel municipal las encuestas bombardearán las primeras planas de los impresos y redes sociales.
Sólo unas cuantas casas encuestadoras resultan serias y convincentes, dados los bajos márgenes de error que han mostrado en procesos pasados.
En tanto, es cierto que los estudios demoscópicos pueden ser una radiografía del momento, pero no son determinantes.
Es evidente que López Obrador en este momento va a la cabeza por la Presidencia, seguido de Anaya Cortés y al fondo Meade Kuribreña pero en contraparte, tenemos escenarios como el de 2010, cuando las encuestadoras daban como ganador al priista Javier López Zavala, muy por encima de Rafael Moreno Valle, y hoy todos sabemos cómo fue el final de la historia.
En la actualidad, sin tener antecedentes de la empresa Mercaei, ésta da una ventaja a Martha Erika Alonso Hidalgo de 10 puntos por encima de su más cercano competidor, Luis Miguel Barbosa Huerta.
Desde luego, el ex perredista saldrá a revelar muy pronto encuestas que seguro dirán lo contrario, pero, bueno, Morena poca credibilidad tendrá cuando hable de encuestas tomando en consideración la gran opacidad que existe en las que supuestamente aplicaron para seleccionar a sus candidatos.
