La Mirada Crítica
Por: Román Sánchez Zamora / @RomansanchezZ
Era el momento esperado, la esquina estaba libre, el verde del semáforo indicaba el paso, Georgina se quedó pensando si esto es lo que había soñado, si esto era para lo que se había preparado, pero sólo era un contrato mientras encontraba algo mejor.
Estudiar toda una carrea universitaria para que ahora sea promotora de un candidato a concejal y del partido conservador, cuando ella se había declarado liberal desde que inició la escuela.
Junto a ella pasaron algunos jóvenes a lavar vidrios, otros a pedir unas monedas, a repartir tarjetas para centros nocturnos –aunque estaban prohibidos– en la esquina se paraba una camioneta con una imagen bajada de la red anunciando espectáculos para adultos, no importando que pasaran niños, pues había una escuela a la siguiente cuadra.
Cada vez que alguien decía algo por redes sociales o llamaba a la estación de radio, la camioneta desaparecía dos o tres días y volvía; siempre decían los empleados: “El patrón está bien parado con el mero mero, mejor ni se metan”.
Georgina, después de dos semanas, le mencionaba a Iván, su compañero: “Mejor me voy a meter ahí, capaz que así si salgo de pobre y no estaré promocionado a la hija del ministro de Educación, ‘estos corruptos no tienen llenadera’, dice mi abuelita”.
Iván se ponía serio, pues no le gustaba escuchar eso, eran amigos desde que tenían seis años.
“Mira, en el coche azul viene el hijo del cónsul con su novia, vaya que son pesados, pues él fue mi compañero en la secundaria, está de más decirte que ya ni me habla desde que me vio en esta esquina, sí que eran buenos los fines de semana cuando venía a la casa y decía que quería un papá como el mío (… ) Vaya que extraño a mi viejo”, dijo Iván, y sólo vio a su amigo de infancia discutir con su novia dentro del coche.
Cuando Armando Ramírez nos expone cómo el hombre más ilusionado y con ánimo de vivir se encuentra en medio de un barrio que no le deja crecer por los roles establecidos y muy rígidos, ver cómo en Chin chin el teporocho (2015), nos habla de un México que tiene ánimo de cambiar, pero los laberintos de los social exprime hasta el último suspiro de ilusión. ¿Cómo buscar una salida a este laberinto de poder?
¿Cómo exponer un nuevo modelo político ante escenarios adversos para la gente que propone y expone nuevos mecanismos de convivencia desde lo local?
¿Cómo reestablecer la corresponsabilidad social de la academia en las clases medias y las nuevas generaciones cuando se impulsa un modelo que expone el individualismo como la máxima autoridad para alcanzar el éxito, el cual se ha traducido únicamente en dinero?
La ilusión de un mundo lejano, tan lejano que no está en esta vida, que expone Louis Rougier es preguntar si es correcto vivir apostando a un futuro incierto, pues lo único verdadero es romper la ilusión de los niños pensando que ya todo está escrito y ya no se piensa más allá de ese del paraíso a la utopía (2015).
Acaso no se tenía suficiente con la exposición de la muerte de las ilusiones y las deidades que se pudo observar con Nietzsche (2004), pero si allí se recargaron las fuerzas de los jóvenes en la recompensa en vida si se esforzaba lo suficiente, y el malo sería castigado, pero esto no ha pasado desde que lo expone tanto Hobbes y Maquiavelo… y hasta Marx… en diferentes tiempos y motivos de pensamiento.
¿Hasta dónde llega el delito por ser pobre?
¿Hasta dónde llega ese castigo original al cual se expone el mortal ante los círculos del cielo de santo Tomás de Aquino y cuándo llegará este premio al esfuerzo? ¿Hasta dónde la pena del purgatorio se extiende en la vida cotidiana y por fin Virgilio podría subir a otros caminos para acompañar a Dante?
–Mira Georgina, no te desanimes, yo sólo recuerdo que… en nuestros cielos, las águilas y yo fuimos gemelos (Nervo, 1902) y con estas palabras me doy ánimos y de allí… nunca más volví a tomar fuerzas hasta el día de hoy donde en esta esquina a los 32 grados la gente me ve indiferente y con desprecio, donde mis excompañeros me ponen como un ejemplo del fracaso–, dijo Iván.
–Mira yo tuve todo el amor de mi padre, toda la compresión de mi madre, pero un día tuve que partir de ellos y, bueno, hoy busco mi propio porvenir, toma este tiempo, no como una prueba, pues en el mundo no hay pruebas, sólo caminos a los que nos vamos enfrentando–, le dijo Iván tomándola de las manos.
-Bien pude quedarme allí en casa, como mis hermanos, pero no es el camino que yo deseo, pues mi futuro debe ser brillante y mira sólo son unos días, yo no sé si gane esta señora que promovemos, pero nuestro futuro no está allí, sino en que continuemos y veamos que es la felicidad y trabajemos todos los días por ella…esto no es del cielo o el infierno sino de lo que se expone como la felicidad en vida, de lo que anhelamos- le dijo a su amiga…
-Gracias, por tu amistad, sin ti no podría seguir…- Georgina con lágrimas le dijo…
El periodo de promoción paso, la hija del ministro perdió, los dos regresaron a clases… ellos aún siguen buscando la felicidad, pero saben que las oportunidades no se dan solas, deben buscarlas y esforzarse pues todo esfuerzo siempre trae consigo una recompensa.
