La lista reúne lo mismo a militantes de izquierda y de derecha, que a políticos locales y figuras nacionales del círculo rojo

Por: Mario Galeana

El acto de la traición le ha sido endilgado a Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta un sinnúmero de veces.

El último en acusarlo fue el priista Miguel Ángel Osorio Chong, quien le recordó la tersa relación que mantuvo con Rafael Moreno Valle a lo largo de los primeros cinco años de gobierno del poblano, a quien ha convertido en su principal blanco de ataque para el proceso electoral en curso.

La lista de agraviados por el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PSI) a Casa Puebla es más larga.

Reúne lo mismo a militantes de izquierda y de derecha, que a políticos locales y figuras nacionales del círculo rojo.

Hasta el propio Andrés Manuel López Obrador fue vilipendiado por Barbosa Huerta, quien lo tachó como un hombre “de soberbia infinita”, pero que hoy, enquistado en Morena, lo apoya en su búsqueda de ser presidente de México.

En su compendio de posibles traiciones destacan Los Chuchos, Jesús Ortega y Jesús Zambrano; el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera; el presidente Enrique Peña Nieto, y hasta el ex perredista Jorge Méndez Spínola, quien hace 24 años le abrió las puertas del PRD, partido en el que impuso un cacicazgo por más de dos décadas, para luego abandonarlo.

El cacique arriba al Sol Azteca

Miguel Barbosa Huerta es originario de la Sierra Negra de Puebla, donde se afilió al PRI. En el tricolor no tuvo margen de maniobra, debido a un pleito interno con el líder cenecista Amador Hernández.

Por invitación de Jorge Méndez Spínola, entonces líder local de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN), Barbosa Huerta brincó al PRD en 1993.

Meses después, Méndez Spínola viajó a la Ciudad de México para trabajar en el círculo de Cuauhtémoc Cárdenas. A su regreso, un par de años después, encontró que su invitado se había hecho del control del partido: se lo arrebató.

Fue una conjura para arrebatarle a IDN el control del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) del PRD en Puebla, y entregárselo a Nueva Izquierda (NI), la corriente que encabezan Jesús Zambrano y Jesús Ortega.

Los Chuchos, como se les conoce a los patriarcas de NI, lo promovieron como diputado federal por la vía plurinominal. Porque ésa es otra de las constantes en la carrera política de Barbosa Huerta: ha trepado por cada puesto sin necesidad de pedir un solo voto.

La contienda de 2018 será, precisamente, la primera vez en que mida su potencial electoral en las urnas.

RMV: su alianza y su ruptura

Miguel Barbosa Huerta no soltó el control de la dirigencia estatal perredista en Puebla. Uno tras otro, impuso a personajes incondicionales en la dirección del partido, como María Elena Gutiérrez Cruz, Miguel Ángel de la Rosa, Eric Cotoñeto Carmona y Socorro Quezada Tiempo.

En 2010, se convirtió en uno de los principales artífices de la alianza PAN-PRD-Convergencia, con la cual Rafael Moreno Valle logró ganar la elección de la gubernatura.

A cambio de su respaldo, Moreno Valle le cedió la posibilidad de incluir a Cotoñeto Carmona y a Quezada Tiempo como diputados locales por la vía plurinominal. El primero formó parte de la LVIII Legislatura, y la segunda ocupó una de las 41 curules de la LIX Legislatura.

A principios de 2016, sin embargo, Barbosa Huerta comenzó a cuestionar la legitimidad de la alianza entre el PRD y el PAN. Con el poder del Sol Azteca, quebró la posibilidad de una nueva coalición y promovió a Roxana Luna Porquillo como candidata propia.

Pero el día de la elección, la abanderada del PRD no contó con la estructura ni con los operadores del senador, lo que se reflejó en un raquítico resultado electoral de alrededor de 85 mil votos en todo el estado.

Quizá porque menos de un año después, Barbosa Huerta brincó a Morena y, desde ahí, desató una guerra contra Moreno Valle, su ex aliado.

La traición a Los Chuchos

En 2012, Los Chuchos lo hicieron nuevamente candidato plurinominal, pero esta vez al Senado de la República, donde se convirtió en coordinador parlamentario del PRD.

Desde esa posición, logró que el PRD diera su aval para que el presidente Enrique Peña Nieto lograra implementar el paquete de reformas estructurales que critica López Obrador.

Esa fue su primera traición en contra del tabasqueño: Barbosa Huerta fue uno de los pocos líderes perredistas que no cuestionó la elección presidencial de 2012.

Y la aprobación de las reformas estructurales del mexiquense, concedida en los años siguientes, fue uno de los motivos por los cuales las bases de Morena se opusieron, en principio, a su designación como candidato al gobierno de Puebla.

En 2013, al senador le fue amputado un pie a causa de la diabetes que padece. A su regreso, en los primeros meses de 2014, fue nombrado presidente de la Mesa Directiva del Senado y, con la capacidad de bloquear o robustecer iniciativas, rompió con Los Chuchos.

Una fuente de NI revela, bajo anonimato, los motivos de la ruptura: “Él dejó de rendir cuentas al grupo. Negociaba sus propios intereses y dejó de ser el enlace para el que fue colocado en esa posición. Fue un traidor”.

El FIP y los ataques a López Obrador

Tras su rompimiento con Los Chuchos, Barbosa Huerta fundó una nueva corriente en el PRD: el Frente Izquierda Progresista (FIP). Aunque no poseía presencia en muchos estados de la República, y su poder radicaba básicamente en Puebla, el senador tejió varias alianzas con importantes personajes de la política nacional, uno de ellos Miguel Ángel Mancera.

Al jefe de Gobierno de la Ciudad de México le prometió apoyarlo en sus intenciones de ser candidato a la Presidencia de la República por el PRD.

Y es que a López Obrador no dejaba de tildarlo de “autoritario” y “soberbio”. Fue célebre, por ejemplo, un discurso que lanzó el 9 de junio de 2015, cuando el tabasqueño ya había conseguido el registro del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como partido político.

“La soberbia de Andrés Manuel López Obrador es infinita. Repito: la soberbia de Andrés Manuel López Obrador parece infinita (…) El PRD nunca será cabús de nadie; el PRD debe transformarse y si no lo hace, sin duda que su destino será la extinción (…) Morena no es un partido nuevo, ¿cómo lo va a ser con un rostro como el de Andrés Manuel López Obrador? Nadie le va a rogar a AMLO con esa soberbia”, pronunció.

Hoy, casi tres años después, Barbosa Huerta ha desistido de sus acusaciones contra López Obrador, y ha urdido nuevas acusaciones en contra de quienes encumbraron su carrera.

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