Plumas Ibero
Por: Ivonne Tapia Villagómez
Se entiende por clima organizacional al medio ambiente humano y físico donde se desarrolla el trabajo cotidiano, que tiene un impacto directo en la satisfacción del personal y en el desempeño de la empresa.
Si habláramos metafóricamente del tema, diríamos que es el estado de ánimo de la organización, del que se desprenden diversos indicadores como la integración, socialización, producción, así como otros componentes que marcan el acontecer diario de una compañía. Aquella que desestime su importancia de facto refleja una visión limitada de sus alcances en la prosperidad empresarial.
Un aspecto que jamás deberá pasar inadvertido es la relación que existe entre la rentabilidad del negocio y un ambiente agradable en donde sus trabajadores se sientan respetados, cómodos y motivados. De ahí la necesidad de diseñar un plan para el personal que los haga sentir conforme con la compañía.
De esta manera el colaborador construirá un vínculo de lealtad, a fin de que la empresa disminuya la rotación del personal, propiciando estabilidad en la ejecución de procesos y mayor satisfacción en los clientes.
Se sabe que numerosas empresas cuentan con un deficiente clima laboral, sin embargo, no se detienen a analizar que esta situación es la causa de la baja productividad, así como de la falta de fidelidad y compromiso por parte de los trabajadores.
La conducta de cualquier colaborador, independientemente de las funciones o jerarquías, muestra con claridad el nivel de bienestar o malestar, por lo cual es importante observar aquellas actitudes cortantes, frías e indiferentes, que influyen en el comportamiento de sus integrantes.
Algunas de las consecuencias más comunes de un inadecuado clima laboral son la impuntualidad, el incumplimiento de compromisos, la falta de adaptación, alta rotación de personal, frecuente ausentismo, escaso nivel de innovación, baja productividad, ausencia de mejora continua, fraudes, robos y sabotajes, lo cual se ve reflejado en la calidad de los productos, servicios o procesos, en el incumplimiento de objetivos, en la búsqueda de culpables y excusas para todo, así como en la actitudes personales y laborales negativas o conductas cuestionables.
Lo anterior deriva del ambiente que prevalece al interior de la empresa, que se conforma por diversos aspectos como el vínculo que existe entre jefes y subordinados, las celebraciones, los reconocimientos y premiaciones, así como los estímulos, las políticas de comunicación corporativa, la forma en cómo se gestiona y se da respuesta a las inquietudes, al igual que los procedimientos que se ejecutan en momentos de crisis.
De ahí que el trato que se otorgue al empleado puede afianzar el compromiso, la identificación y conformar el perfil idóneo para la compañía, sin embargo, se cree de forma equivocada que con sólo con cumplir con el pago puntual de salarios, respetar la normativa y otorgar las gratificaciones de ley es suficiente. La forma en cómo los líderes de la organización actúan es crucial en la gestión y definición de las condiciones laborales, pues ellos determinan y delimitan el espacio de influencia.
Por otro lado, también es responsabilidad de todos los integrantes de la organización contribuir a la sana convivencia e interacción social, forma contraria a lo que normalmente se piensa, en la que es deber del área de recursos humanos realizar estas funciones.
Otro aspecto a resaltar es el horario laboral, pues gran cantidad de personas pasan ocho, 10 o 12 horas al día en el trabajo, situación por la cual los individuos convierten a la empresa en algo esencial para sus vidas, ya que obtienen un recurso económico que les permitirá consolidar sus proyectos personales.
Los individuos en las organizaciones requieren saber que existe la oportunidad de trascender en ellas; por esta razón, es conveniente hacerles sentir que la aportación económica a su trabajo no es lo único a lo que tendrán acceso, también será necesario hacerles saber que podrán contar con otros apoyos que no son de índole económico y que refieren específicamente al hecho de hacer con gusto lo que se hace en la empresa.
Lo anterior refiere específicamente a cultivar el capital emocional de cada individuo, situación que a veces se subestima. Los trabajadores necesitan sentirse considerados y no sólo sentir que ocupan una posición en la organización, sino que la función que desempeñan ahí es importante y trascendental, sabiéndose útiles y orgullosos por la labor que desempeñan, para que de esta manera se cultive un sentimiento genuino de pertenencia que podrá facilitar la mutua integración con el resto de los colaboradores y con la misma organización.
Las compañías deberán tener en cuenta que el talento humano que poseen no sólo debe ser remunerado con un salario justo, sino también deben considerar otorgarles estímulos e incentivos que sean competitivos al mercado. Asimismo, ofrecer la posibilidad de crecer al tiempo en la compañía, sentirse involucrado en proyectos futuros, brindar capacitación, crear canales democráticos de discusión, transparentar la información, fomentar la fraternidad, consolidar los valores institucionales y demostrar que día a día cada individuo puede generar prosperidad a la organización.
Lo anterior deberá emanar de diversas estrategias alineadas a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) para que hagan sentir al colaborador y a su entorno familiar que son una prioridad para la compañía.
