Plumas Ibero
Por: Tamara Montalvo Ramos
Se pueden encontrar en los productos lácteos, en el supermercado, incluso hemos escuchado sobre ellos en los anuncios de televisión, pero ¿qué son realmente? Y ¿cuáles son los verdaderos usos y beneficios que nos pueden aportar? Empecemos por definirlos, los probióticos según la OMS (Organización Mundial de la Salud) son bacterias que proporcionan beneficios a la salud de la persona que lo consume en cantidades apropiadas¹.
Gracias al ámbito científico se ha podido demostrar su importancia y sus beneficios al ser consumidos, mismos que no sólo se limitan a ayudar en las enfermedades o alteraciones del tubo gastrointestinal como diarrea y estreñimiento, sino también se ha encontrado que aportan beneficios al sistema inmune e incluso en el tratamiento de la enfermedad renal crónica.
Para entender un poco más acerca de los beneficios del consumo de probióticos en la enfermedad renal crónica y cómo funcionan, primero debemos saber qué es la enfermedad renal crónica. La enfermedad renal crónica es la pérdida progresiva de la función renal, la cual tiene como principal consecuencia la alteración de sus funciones, siendo una de las más importantes la eliminación de desechos².
Estos desechos pueden originarse de diferentes maneras. Entre los tipos de desechos que existen se encuentran los residuos de las proteínas, que son formados por el proceso de digestión de la proteína y que en situaciones normales estos desechos son excretados por el riñón sin afectar la salud de nuestro organismo. En la enfermedad renal crónica, la función de eliminación de desechos se ve alterada, causando un incremento de estos desechos en el cuerpo y por lo tanto provocando su circulación por todo el torrente sanguíneo.

Este incremento anormal en el cuerpo produce toxicidad, la cual se relaciona con el desarrollo e incremento de síntomas como: falta de apetito, náuseas, fatiga, falta de concentración, edemas, parestesias e insomnio³.
La microbiota intestinal se puede definir como el conjunto de bacterias vivas benéficas o también llamados probióticos que habitan en nuestro intestino, los cuales en situaciones normales se encuentra en equilibrio, es decir, que existe una mayor cantidad de bacterias benéficas que bacterias dañinas. Sin embargo, esta microbiota intestinal puede verse alterada por varios factores ambientales, fisiológicos y funcionales⁴.
Es importante entender que en los pacientes con enfermedad renal crónica, el incremento de los desechos tóxicos altera la microbiota, aumentando el número de bacterias dañinas, las cuales participan en la producción de más desechos tóxicos. Además, esta alteración de la microbiota puede provocar una respuesta inflamatoria en el tubo gastrointestinal, contribuyendo a la propagación de los desechos tóxicos en todo el cuerpo, empeorando los síntomas de la enfermedad⁵.
El uso de probióticos puede ayudar a disminuir estos síntomas, gracias a que entre sus principales efectos está la estabilización y el ajuste de la microbiota intestinal. Esto es gracias a que ciertas especies de probióticos tienen la capacidad de disminuir la formación y la propagación de bacterias dañinas, aminorando la producción de los desechos tóxicos. Entre otros efectos que poseen los probióticos está la producción de ácido láctico, el cual reduce el pH intestinal, volviéndolo ácido, inhibiendo así la multiplicación de las bacterias dañinas en el intestino⁶.
Debido a esto, un consumo apropiado de probióticos aunado a un buen tratamiento médico, auto-monitoreo y un control nutricional, pueden ayudar a mejorar los síntomas de esta enfermedad. Por ello, la continua investigación sobre los efectos de los probióticos en la enfermedad renal abre la posibilidad de llegar a proponer un tratamiento médico-nutricio más completo, que busque prevenir complicaciones, además de mejorar la calidad de vida del paciente con enfermedad renal crónica.

