PES, aliado inútil
Hasta ahora, el Partido Encuentro Social (PES) sólo ha servido a Morena para insertar las candidaturas de todos esos personajes incómodos: Fernando Manzanilla, Nay Salvatori y un largo etcétera. Más allá de eso, el instituto de ultraderecha no representa un aliado útil, pues casi todos están peleados con su inefable líder, Raúl Barranco. Un día sí y al otro también renuncian los coordinadores distritales, y no se ve cómo pueda rebasar los 11 mil 624 votos que obtuvo en 2016. Pero Barranco está feliz, pues aunque no gane en Izúcar, ya enquistó a su esposa en el tercer lugar de la planilla de Claudia Rivera. ¿Será?
Morena y la opacidad
El candidato por lo coalición Juntos Haremos Historia, Luis Miguel Barbosa Huerta, ha dicho que el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información es utilizado para golpear a Morena, pero su acusación se diluye en los hechos: el partido recibe cientos de denuncias cada semana por ocultar la mínima operación administrativa, ha reservado las encuestas que definieron a sus aspirantes a un puesto de elección popular, las listas pluris de los diputados locales, y los reportes de fiscalización de sus abanderados no son precisamente ejemplares. ¿Será?
Deloya… ¿quién?
¿Alguien ha visto a Guillermo Deloya? Nosotros tampoco. El candidato del PRI al gobierno de la capital de Puebla posiblemente será recordado como uno de los más grises abanderados del ex partidazo durante una contienda, con todo y los tenis rojos que tanto ha presumido. En cada reunión que realiza no supera los 10 asistentes y varios se preguntan cómo podrá revertir esta tendencia, si comparó a sus simpatizantes con borregos en un espectacular de lo cual rápidamente intentó deslindarse. ¿Será?
La venganza de Elba Esther
El Partido Nueva Alianza tiene a su peor enemigo en los operadores locales de la temida Elba Esther Gordillo, quienes cada día intentan robarles cuadros para poder llevarlos a Morena, donde ya conviven marinistas, barbosistas y pejezombies de cepa. Un ejemplo es el ex aliancista Guillermo Aréchiga, quien a pesar de que cobraba en el Ayuntamiento de Puebla como asesor, terminó en el malogrado “lado correcto de la historia”. Todo forma parte de una venganza de la maestra, a la que nadie da por jubilada. ¿Será?
