Encrucijada

Por: Luis Antonio Godina / [email protected]

Hace algunos años, cuando uno se imaginaba campañas electorales pensaba en propuestas, discursos, ideologías, ideas.

Hoy, cuando pensamos en campañas electorales nos imaginamos insultos, ataques, confrontación, guerra sucia, demagogia.

Los espacios para las campañas electorales se ampliaron con la aparición y fuerza de las redes sociales, pero sólo se hicieron para magnificar las agresiones, la violencia verbal.

Así, tenemos calificativos como chairos, cometortas, pejefans, lamebotas, entre muchos otros, que son empleados para insultar a quienes no simpatizan con algún candidato.

Pero no sólo eso, el nombramiento de “corruptos” a quienes no piensan votar por un candidato, o hacer diferencias entre pueblo bueno y pueblo malo dependiendo de a qué candidato se apoya, también es violencia.

Fomentar el odio no es un buen negocio.

Después de las elecciones federales seguirá habiendo México y será necesario el concurso de todos para lograr resultados que beneficien a los connacionales.

Hace muchos años México dejó de ser el país de un solo hombre o un solo partido, hoy tenemos un conjunto de fuerzas políticas, de visiones, que permiten a los ciudadanos analizar y escoger a quien consideren mejor.

Las instituciones electorales se han fortalecido y hoy tenemos una normatividad robusta que garantiza elecciones limpias y ciudadanas.

Hemos visto violencia en eventos de campaña por grupos opositores a un candidato, hemos visto un enfrentamiento verbal entre empresarios y otro candidato, hemos visto a periodistas perder su trabajo por expresiones en redes sociales, hemos visto portales “tirados” por ataques cibernéticos, por el hecho de no estar de acuerdo con un candidato.

El presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, expuso que en campañas es válido confrontar argumentos, propuestas e ideas, pero no se puede buscar eliminar a los opositores.

“Es responsabilidad de todos cuidar la elección. El tono y la rispidez del debate democrático debe, por supuesto, sumar a las estrategias electorales pero no puede buscar eliminar a los opositores. Pasada la elección mayorías y minorías, unas y otras se van a necesitar mutuamente”, refirió.

“No podemos, en la lógica de ganar una elección, echar por la borda 30 años de avances democráticos a cambio de una visión pragmática basada en el resultado electoral”, dijo.

Y tiene razón, todas las palabras pesan, y los candidatos deben tener muy claro que tras sus palabras corren muchos que las leen como un llamado a la violencia.

Llamemos a la mesura, la tranquilidad y repudiemos la violencia, el odio y la división de los mexicanos.

Necesitamos un México unido. Nada más, pero nada menos.

 

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