La Mirada Crítica
Por: Román Sánchez Zamora  / @RomansanchezZ

Carlos observaba a los lejos el número de personas que se reunión en la esquina, una muy importante, pues años tenia que se había entubado el rio que por allí pasaba y allí desbocaba, años después un ministro había puesto un puente con sus iniciales que se podían distinguir a lo lejos, al estilo de Hitler o Stalin, en la vieja Alemania Nazi y en la pasada Unión Soviética, este gobernante un día a Incitato (un sirviente) le hizo Senador con la complacencia de todos los conejales locales y foráneos.

Carlos, un policía de carrera y de abolengo pues su papá lo había sido, así como sus tíos, su abuelo, y así venía desde el primer oficial de los servicios policiales, el cual había sido retratado en la novela de Manuel Payno, lo cual, Carlos contaba siempre orgulloso cuando se reunía con sus amigos.

Tenía a su cargo una patrilla la cual tenía que mantener con otros dos oficiales, pues el administrador siempre decía que no había presupuesto y ellos debían pagar gasolina, y una renta este mismo para poder trabajar en ella –este negocio se mantiene solito, sólo no vayan de lenguas con la prensa y para todos sale- decía el el funcionario cada vez que lo tenían que ver para pagar esa renta, en la puerta de su oficina decía: en este espacio practicamos la transparencia y luchamos por la cero corrupción.

El oficial Carlos observaba esa esquina cuando llegó de pronto el chofer del camión que anunciaba un centro nocturno Rodrigo, que le dijo- en una hora vienen por el- cuándo le daba la llave del mismo vehículo y este chofer se alejaba, este sorprendido lo miró sin decir cosa alguna pues en ese momento pensaba que debía ir a un puente el cual siempre había gente dispuesta a dar unas monedas por no ser revisada en sus documentos para circular.

Buscar que el monarca siempre este bien, que no se tenga como un ser insensible, que a pesar del poder sepas que es humano y que el poder pasara, como la vida misma, como lo relata Caldwell en la columna de hierro, o ver el verdadero amor y fe hacia el líder como en su lectura que según interpreta al erudito Iberias Yo Judas.

Quizá se interprete en las letras de los historiadores que más que historia son parte del anecdotario: recuerda que eres mortal lo cual le decían al Cesar al oído cuando la masa romana lo vitoreaban y lo comparaban con un dios en la tierra.

Quizá se deba de volver a debatir a Kaufmann, en lo inconsciente de lo político, revisar las letras nuevamente de Maquiavelo en el príncipe, del Tsun zu en su Arte de la guerra y revisar la verdadera herencia del poder, y del no poder y del anhelo de los mortales.

¿Cómo hacer lo lejano… cercano y parte de nuestras vidas?

¿Ellos, sus teóricos saben que existimos?

¿Cómo pensar que por un letrero que dice que no eres malo, en realidad no lo eres?

El mortal entonces, cubierto de lo oficial, de lo permitido se vuelve, se transforma cual Hyde, y se es entonces el objeto de estudio e interpretación de 1984, de ese gran hermano, de ese gran vigilante que por muchos años y hoy convertido en un programa sabe de todo y de todos, Orwell, se vuelve ser de estudio por Zuckerberg y Stevenson, disfruta de esa dualidad del bárbaro y el ser racional…

Carlos, pasara la información mal elaborada, debido a que él no sabe de inteligencia política, menos aun de inteligencia policial, y esto provocara un enfrentamiento muy fuerte entre policías y comerciantes donde varias personas terminaran lesionadas y se sabrá que los protocolos de seguridad son desconocidos por los mismos cuerpos de seguridad donde la opacidad reina y las estructuras de poder son tan fuertes como una hermandad de la penumbra.

Es parte de la vida del hombre… toda una colmena (Camilo José Cela) a su alrededor, muchas historias las cuales no concluyen en una lucha en contra del absolutismo, muchos tiempo en un mismo espacio en un mismo segundo… donde nadie está dispuesto a esperar, todos se disponen a sobre vivir… pese a quien le pese y sobre quien se imponga… el fin de este mundo en barbarie es sobrevivir…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *