Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo
Hay una serie de cosas que no le cuadran al dirigente nacional del PAN, Damián Zepeda Vidales, quien ayer estuvo en Puebla para reunirse con los candidatos de su partido. ¿Qué cosas? Varias.
La principal, que la presencia del abanderado por Acción Nacional a la presidencia de la República, Ricardo Anaya Cortés, sigue brillando por su ausencia. Puebla no sólo es una de las entidades donde el candidato por la coalición Por México al Frente va más abajo con tan sólo 17.7% de las preferencias, sino que también es prácticamente inexistente la publicidad del abanderado por los partidos PAN, MC y PRD.
No hay bardas, no hay espectaculares, no hay trípticos, no hay lonas, no hay prácticamente nada que le haga propaganda a Anaya en Puebla, pareciera que los candidatos de los tres partidos en la entidad se quisieran desligar del queretano.
Nuevas dudas surgieron la semana que acaba de concluir cuando hubo algunas declaraciones que más bien parecieron de cordialidad política, pero algunos interpretaron como un pacto a los más altos niveles.
Palabras más, palabras menos, la candidata a la gubernatura por la coalición Por Puebla al Frente, Martha Erika Alonso, cuestionada por el periodista Ciro Gómez Leyva, de cómo sería su relación con López Obrador, en caso de que éste ganara la presidencia, expresó: “De respeto y de trabajo. Cuando uno está en la política debe saber y entender que te puede tocar trabajar con personas de cualquier instituto político y que debes de poner por delante los intereses de tu estado, del país y de la gente, antes que los partidos políticos. Por mi parte habría respeto y toda la disposición de trabajar con él o con quien resulte ganador”. Hasta aquí lo dicho por la panista.
Sus palabras en el CEN del PAN fueron interpretadas como un guiño hacia la campaña del tabasqueño, como si diera por hecho que López Obrador ya venció a Ricardo Anaya, lo que caló hondo en las filas del albiazul.
Esto, más la aparición de bardas por todo el estado promoviendo el voto diferenciado a favor de López Obrador, pero no del candidato a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa, prendieron los focos rojos al interior del panismo nacional, controlado por la gente cercana a Ricardo Anaya, quienes urgieron al dirigente nacional Damián Zepeda venir a Puebla para ver cómo estaban las cosas.
Las bardas promoviendo el voto diferenciado, supuestamente pintadas por los propios integrantes de Morena, descontentos con la nominación de Barbosa, como Violeta Lagunes, no tienen muy contento ni a Zepeda, ni a Ricardo Anaya.
Otra situación que tiene muy molesta a la dirigencia nacional del PAN es el hecho de que en Puebla capital pareciera también haber una campaña de voto diferenciado, la que perjudicaría al candidato por el albiazul a la alcaldía, Eduardo Rivera Pérez, quien ha aguantado de manera estoica todos y cada uno de los embates.
No sólo es la presencia del partido satélite del morenovallismo, Compromiso Por Puebla, el que divide a la base del albiazul, es también la versión que corre en varios lugares que señala que el morenovallismo sí tiene como candidato a un Rivera, pero no a Lalo.
En los corrillos se rumora que para el grupo en el poder sería mucho más cómodo ver a Claudia Rivera Vivanco, la abanderada por Morena a la alcaldía, en el Palacio de Charlie Hall, resbalándose a cada rato en su intento por gobernar la capital, que tener a Eduardo Rivera al frente del Ayuntamiento y con aspiraciones a una reelección y luego a Casa Puebla.
La propia Claudia Rivera pareciera avalar con su comportamiento los rumores, la aspirante por Morena pareciera por momentos comportarse como si ya hubiera ganado la alcaldía, su propia actitud y la de muchos que la rodean pareciera delatarla, como si supiera de algo que apenas y pude ocultar.
A eso vino Damián Zepeda, a confirmar muchas de las versiones o a desechar sus dudas. De verdad que la visita del líder nacional del PAN no tuvo pierde.
