Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3
De la Iglesia católica emanan principios, valores y metodologías que impactan a una enorme porción de los habitantes de este planeta.
“Meter et magistra”, madre y maestra, la Iglesia católica funda prácticas políticas para el acceso al poder público que en nada disimulan y ocultan su injerencia en la lucha por el poder público, que aunque no se quiere reconocer, realiza muchas veces directamente.
Tres han sido las guerras que el gobierno formal ha confrontado con la Iglesia católica mexicana en los últimos 100 años. Las tres encuentran una raíz histórica, ideológica y legal en la solución de la lucha por la independencia, que aceptó que algunos “conservaran” sus bienes e influencias y otros se adoptaran partidiarios de las libertades.
Liberales y Conservadores, bajo diferentes denominaciones, dan marco a las Reformas Juaristas, a la Revolución de 1910 y a las modificaciones tímidas pero reales de la democracia vigente.
La Cristiada de los años 30, la segunda cristiada de la etapa Cardenista y la prohibición al ejercicio de sus derechos políticos a los ministros de la iglesia.
En las tres, la Iglesia católica mexicana se alzó victoriosa. Sea la prudencia de los hombres del gobierno, sea la razón histórica o el espíritu de conciliación entre quienes, para bien o para mal, orientan, conducen o manipulan a los ciudadanos y sus familias.
De las tres, la última batalla ha sido la más larga, desde 1860 hasta 1988, 120 años promedio, para que los sacerdotes recuperaran sus derechos a votar y ser votados, para salir a la calle a realizar culto público, todo lo que no habrían podido realizar hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
La victoria, no obstante, no es completa. Aún para ser votados, los sacerdotes tendrían que renunciar cinco años antes de su ministerio. A pesar de salir a la calle a realizar culto público, no pueden utilizarlo para hacer proselitismo político. A pesar de poder votar, los sacerdotes no pueden asociarse con fines políticos ni pueden criticar las leyes, las instituciones públicas ni ofender a los símbolos patrios.
Algo es mucho, 120 años no se entienden ni fácil ni rápido. La lucha de los ministros de la Iglesia católica no ha terminado, su principal victoria es un espíritu de tolerancia que genera la sociedad entera.
Los mexicanos entienden a los sacerdotes como ciudadanos y ya no califican como extremadamente graves, aquellas situaciones que las leyes liberales, en algún tiempo, consideraron prohibidas e inconvenientes.
Este clima de tolerancia, respeto y colaboración es a mi juicio, la principal ganancia de esta lucha de 120 años, expresada en las modificaciones a los artículos constitucionales logradas por la conferencia episcopal mexicana, cuando Don Sergio Obeso Rivera era su presidente, motivadas por un dialogo formal, aunque discreto, allá en los años 80’s del siglo pasado con Carlos Salinas que después fue presidente.
A estos servicios prestados a la iglesia católica, se refirió su santidad el papa Francisco, ahora que, ha designado Cardenal al ex obispo de Papantla en Teziutlán y ex arzobispo de Xalapa.
Algo tiene Teziutlán. En esta comarca forjaron ideales: el seductor de la nación, el promotor más importante de los sindicatos en América y su Eminencia Sergio Cardenal Obeso Rivera y aquí, también, recibió el llamado al Vaticano y su nombramiento como Arzobispo, otro prelado, que en Roma, espera paciente su pronta designación como Cardenal.
Y pues tenemos derecho a sentirnos orgullosos por el nuevo cardenal, muchos afectos unen a los teziutecos, con el nuevo príncipe de la Iglesia Católica Universal.
