La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam  

Hace varias semanas compartí con el hipócrita lector que lo que no se debe hacer en una contienda lo están haciendo el PRI y el PAN.

Las campañas federales encabezadas por José Antonio Meade y Ricardo Anaya han sido un tropiezo permanente.

Lejos de crecer, se apagaron.

Uno jaló al otro, como los cangrejos metidos en una cubeta.

Una y otra vez se exhibieron mutuamente como los peores, los más corruptos, los amancebados.

Desde las alturas que le dan ser el primer lugar en las encuestas, un displicente López Obrador ha venido celebrando los desaguisados.

Cada vez que parecía venir un acuerdo, surgía la patada debajo de la mesa.

Merecen perder los dos porque han sido pésimos rivales de una contienda que jamás entendieron.

Olvidaron lo primordial: las elecciones las gana el primer lugar.

Del segundo nadie se acuerda.

¿Y qué decir del tercero en discordia?

Su destino inmediato es el olvido.

Merecen perder también porque sus patrocinadores fueron incapaces de llamarlos al orden y prefirieron deshojar la margarita en espera de un milagro.

Después del tercer debate no hay nada que hacer.

AMLO administrará su primer lugar como lo ha venido haciendo: actuando como si la Presidencia estuviera ya en su bolsa.

Los otros, entre tanto, continuarán vociferando al infinito.

Ya tendrán tiempo de arrepentirse.

Un sexenio completo.

Y pasarán a la Historia Nacional de la Infamia como los dos que pudieron pero no quisieron.

Las derrotas electorales están plagadas de tramas como éstas.

¿Dónde quedaron los reflejos de la Mafia en el Poder?

¿A qué bote de basura fueron a parar los operadores, los geniales estrategas?

Una carcajada sale desde lo alto.

Su dueño es López Obrador.

Hasta dormido ganará la Presidencia.

 

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