La Quinta Columna 
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Las cosas empezaron a cambiar el jueves por la tarde, cuando Jorge Castañeda llegó con un fuerte aliento a whisky a la casa de Ricardo Anaya.

—¿Qué pasó, George? Estaba practicando la batería para desestresarme.

—Discúlpame, campeón, pero es importantísimo.

—¿Quieres algo?

—¿Tendrás un Etiqueta Negra en las rocas?

Anaya pidió el whisky y urgió a Castañeda.

—¿Qué es tan importante como para romper mi veda, Georgie boy?

—Vengo de ver a Videgaray. El hijo de la chingada me citó en su casa y ahí va tu pendejo.

¿Qué pedo, pinche Luis?, le dije cuando llegué y que me topo también a Nuño y al negro Juárez Cisneros. Para no hacerte el cuento largo, Videgaray me dijo que Peña Nieto ya había dado instrucciones para que Meade se bajara y sumara sus fuerzas contigo.

—¿Cómo crees, George? ¿En serio?

—Tenemos que organizar lo de la declinación en chinga y de una manera muy hábil para que no nos acusen de romper la veda.

—¿Y a cambio de qué? ¿Qué va a querer el presidente?

—Impunidad absoluta para él y su gabinete, posiciones en tu gobierno, secretarías de Estado, Embajadas, el fiscal Anticorrupción, el fiscal general, la Presidencia del Senado, Hacienda y otros puestos en las demás secretarías.

—¡No lo puedo creer!

—Como el horno no está para bollos les dije que sí a todo.

—¿Cómo? ¡No! ¡Es demasiado! ¡Hay que negociar!

—No nos hagamos pendejos, campeón. O es eso o es nada.

—Ufff.

—Meade va a declinar el día de la votación. Cuando la prensa le pregunté por quién votó dirá que por ti.

—Nos van a acusar foul.

—Pues a chingar a su madre. Que multen a Meade, que lo inhabiliten, que lo manden a la chingada. Lo que quieran. Lo importante es que todo el país se enterará que votó por ti.

—Pero para entonces ya la gente estará votando.

—Así es, pero la operación ya está por echarse a andar. En todo México empezará a bajar la instrucción a los priistas para decirles que el voto útil será para ti.

—¿Dará tiempo?

—A huevo que sí.

—No lo puedo creer.

—Son un chingo de concesiones, pero era eso o nada.

—Pues sí.

—Tienes que firmar estos acuerdos de aceptación. Son un chingo de cláusulas. Fírmalas en lo que me echo mi whiskito. Yo personalmente tengo que llevar los documentos a la casa de Videgaray.

Anaya se puso a leer y a firmar. Castañeda se tomó en ese tiempo cinco whiskis más. La operación del voto útil por fin estaba en marcha.

El domingo de la elección se armó un escándalo cuando Meade dijo que había votado por Anaya porque era el mejor candidato de México y el único que podría enfrentar el populismo. El INE ardió como una carne asada. El representante de MORENA pidió la inhabilitación de Meade como candidato y exigió también un castigo ejemplar para Anaya. Sólo el primer punto prosperó. Meade quedó fuera del proceso aunque su foto apareció inevitablemente en la boleta.

López Obrador dijo que era una vergüenza que esto pasara el día de los comicios, una vez que era absolutamente violatorio de la ley. Entonces dijo que el tigre se descontrolaría.

Cuando los primeros resultados de las encuestas se dieron a conocer, Anaya y López Obrador mantenían un empate técnico. A las tres de la tarde, la diferencia en favor del panista era de tres puntos. El final de la jornada trajo una ventaja de siete puntos.

Peña Nieto habló por teléfono con Anaya en un tono de lo más institucional. Éste, en cambio, se desvivió en elogios: “Quiero decirle, señor presidente, que es usted el hombre más admirable de este país y que mi gobierno le hará todos los días el homenaje que se merece”.

Castañeda, con severo aliento a whisky, pidió entonces que abrieran las botellas de champaña que había llevado para la ocasión.

—¡Yo quiero una botella de George V para mí! ¡No todos los días nace un presidente de México, chingada madre!

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