Crónicas marcianas

Por: Zeus Munive / @eljovenzeus 

 

Muchas encuestas están circulando en medios de comunicación. En ellas sí se reconoce que Claudia Rivera está entre los finalistas junto con Eduardo Rivera. Guillermo Deloya no tiene nada que hacer en esta contienda. No es su momento y su partido vive un desprestigio tal que no le ayuda en nada. Lalo cuenta con experiencia y está reconocido en un amplio sector de la población, al final logró colarse pese a que tuvo que enfrentarse contra un sistema que no le daba confianza.

Del otro lado está Claudia Rivera Vivanco, quien al inicio de la contienda era una perfecta desconocida. La marca Morena le ayudó a crecer y ella aprovechó el momento. Muchos panistas ven a Lalo como su oportunidad para seguir cobrando en la nómina, otros, no les gusta la idea, pero saben que este momento no es para dividirse. Lalo trae un arrastre en la ciudad aunque no le guste a sus enemigos internos que son muchos y son poderosos, pero no es momento para cobrar facturas.

El Yunque y el morenovallismo pactaron, eso es real y lo que es visto no es juzgado. No obstante, Claudia Rivera creció y para algunos puede ser una sorpresa. En la Revista 360 Grados Instrucciones para vivir en Puebla la acompañamos a un día de gira con el fin de ver cómo es que ha crecido y por qué. Aquí les dejo una crónica que hice para esa publicación que yo dirijo.

La liga la pueden ver en www.revista360grados.mx

A ver qué opinan.

Derechairos: espero sus críticas.

Chairos: también.

Lectores switchers: son los que más me interesan, los otros ya tienen definido su voto y son como robots.

Así que sin más preámbulos, aquí les dejo esta crónica.

 

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No sé a ciencia cierta cuándo fue fundada la colonia Amalucan. Cuando era niño, mis papás me llevaban al cerro a caminar en él. Había un cine que llevaba el mismo nombre. Recuerdo que en esa sala vi Pídele al tiempo que vuelva, con Cristopher Reeve, habrá sido 1981 u 82, no recuerdo la fecha exacta, pero fue en esa época. Desde los años 90 para acá esa colonia se fue poblando y al mismo tiempo se fue olvidando. El 15 de junio de 1999 un edificio construido en los años 70 se cayó con aquel sismo que azotó la ciudad de Puebla.

Hoy Amalucan es un error en la Puebla que han querido vender como turística. Hay bandas de delincuentes, baches, en algunos puntos carece de servicios públicos y está una obra ahí en bulevar Las Torres y avenida Xonacatepec que no tiene para cuándo terminar. La organización Antorcha Campesina y su sección de ambulantes se instaló en esa vialidad para apropiarse de ella. Es una colonia que se le olvidó a Dios. Hay pobreza y es la cara de la desigualdad.

Estamos aquí parados, son las 11 de la mañana y este maldito calor nos quema los brazos, la cara y el cuello. Una mujer está vestida con la botarga de Andrés Manuel López Obrador, acaba de llegar con Claudia Rivera Vivanco, quien se apea de una camioneta blanca. Tras su llegada, un grupo de mujeres se une a ella. Un buen tanto de reporteros inicia la tradicional y sobada entrevista banquetera.

Claudia inicia su recorrido en la principal arteria de esta vieja y descuidada colonia.

“Señora, buenas tardes, le invitamos a que se sume al proyecto alternativo de nación, a que vote por Morena. Todo Morena”, dice la candidata.

Un señor de una carnicería sale corriendo y alza los brazos gritando “¡Morena!, Morena!”. Claudia Rivera le sonríe, le da la mano y termina en un fuerte abrazo. A su paso un grupo de señoras la llama: “¡Venga, venga, por favor, señorita, venga!”. Claudia se acerca a ellas y les saluda. “Vamos a votar por usted”, dice una de las mujeres que hacen un semicírculo, quizá sea la mayor de todas ellas, pero no deja de hacerle un pequeño reclamo “pero no nos abandonen. Siempre piden el voto y nos olvidan”.

—No va a ocurrir eso, señora—, dice Claudia Rivera, quien toma del brazo a la que parece ser la más grande del grupo.

—Vamos con usted. No nos olvide—, remata la señora, quien lleva en una mano un monedero y en el otro un bolso para el mandado.

—No, señora, nosotros vamos a acabar con la corrupción. Vamos a terminar con las promesas falsas de campaña. No somos como el PRIAN, que siempre nos engaña con lo mismo.

Atrás están los brigadistas. Que comienzan con su porra “¡Claudia presidenta!, ¡Claudia Presidenta!”. La botarga de AMLO se quita la cabeza y aparece una chica joven, de tez morena (no es redundancia) se limpia el sudor y resopla. Ha caminado en su papel muchas colonias populares, cruceros, juntas auxiliares e inspectorías. Soportando el calor que se genera dentro de un muñeco relleno de trapos, y paño que forra el cuerpo del candidato a la presidencia.

Claudia Rivera Vivanco sigue su paso saludando. Escuchando peticiones y reclamos no a ella, sino a los políticos de todos los partidos que han abandonado Amalucan y sus alrededores.

Todos los que somos poblanos conocemos esta demarcación. Algún amigo, algún familiar, algún conocido, alguna novia que vivía ahí o junto, en Bosques de San Sebastián, en la época que más usábamos trasporte público. Y si bien hay alcaldes que han tratado de que esta localidad crezca y se desarrolle, las colonias de la periferia siempre son las más olvidadas. Y ahí estamos todos los brigadistas y nosotros, un grupo de reporteros, escuchando cómo viven en esta colonia. Vemos a los comerciantes, vemos a un vendedor de periódicos.

Por ahí pasa una camioneta y toca el claxon. Y le grita: “¡Clauuudia!”.

La candidata a alcaldesa extiende su mano y se despide.

Seguimos nuestro recorrido.

 

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Claudia Rivera nació a principios de los años 80 en la colonia San Miguelito de la ciudad de Puebla. Es parte del Centro Histórico de la capital poblana. En esa época era otra Puebla totalmente distinta. No existía Angelópolis, pues las calles se terminaban en la 49 Poniente y 19 Sur. Todo lo demás eran campos. Plaza San Pedro, Las Hadas, la Capu, eran terrenos donde la gente iba a jugar beisbol.

Fue a mediados de los 80 cuando la vida cambió por el terremoto que sacudió a la Ciudad de México. Puebla fue invadida por los chilangos y la mentalidad de ser una provincia cambió radicalmente.

Claudia Rivera empezó a practicar tae kwon do desde los ocho años. Actualmente es segundo dan y está practicando para hacer su examen en tercer dan. También desde niña le gustó el futbol soccer e incluso el balonmano.

Tal fue su afición por el deporte que hasta hace poco participaba como árbitro en partidos de futbol femenil, incluso para actividades deportivas que ha realizado el DIF.

Estudió en una institución de monjas, el Colegio Yermo y Parres, hasta la secundaria, cuando se cambió a la preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP, el viejo inmueble que queda a una calle del Edificio Carolino y de la iglesia de La Compañía de Jesús. “En la mera esquina de la 4 Sur y la 2 Oriente en la parte de arriba, ahí estaba mi salón”, cuenta Rivera orgullosa.

Posteriormente, Claudia Rivera se fue a Ciudad Universitaria a estudiar Economía, de la cual se graduó y trabajó en el INEGI. Inició como activista desde 2006 cuando iba por primera vez de candidato a la presidencia de la República Andrés Manuel López Obrador. Ella misma cuenta que después de lo que consideró un robo a la elección para entronizar a Felipe Calderón, se fue a la toma pacífica de la avenida Reforma de la Ciudad de México. “No es como lo pintaron los medios de comunicación: nos acusaron de delincuentes, pero no dañamos nada, nuestra protesta era pacífica y no fue como nos satanizaron”.

A principios de este año queda electa como candidata a la alcaldía de Puebla. Inició desde abajo en las encuestas y las preferencias electorales. Hoy muchos la ven como posible ganadora, otros dicen que está en empate técnico, lo cierto es que ella está ahí. Su nombre aparece como uno de los finalistas a la batalla para el Palacio Municipal.

Son casi la una de la tarde y tiene que ir a una escuela a saludar a los padres de familia. El sol cada vez está peor. Claudia se despide de los colonos. Sus porristas cierran esta imagen con el grito de “¡eeeeeehhh… Claudia!”.

Andrés Manuel, bueno, su botarga, descansa un poco. Falta mucho por recorrer en este tramo de la campaña.

El polvo se levanta, comienzan a caer las primeras gotas de lluvia que no refrescan, sólo hacen más bochorno.

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