La Entrega
Por: Adrián Ruíz / [email protected]
La demora de los juicios de oralidad penal puede representar, en el corto plazo, un alto costo para la sociedad poblana. El retraso y falta de sentencias a delincuentes podrían ser la causa de inminente libertad.
Las ocupaciones –extras– de los seis jueces destinados a agilizar los procesos les impiden resolverlos; están más ocupados en asistir a cursos. Por ello, los casos están a punto de expirar.
A pesar que en sesión extraordinaria el Pleno del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado de Puebla, luego de analizar las necesidades del Sistema Acusatorio Adversarial, se duplicó el número de jueces de oralidad penal asignados en la ciudad.
La capital poblana cuenta con seis jueces de oralidad penal, lo que en el papel permitiría agilizar los procedimientos que se tramitan en el Centro de Justicia Penal de Puebla y contribuir a garantizar el derecho humano de acceso a la jurisprudencia.
Pero en la práctica es todo lo contrario. Como muestra existen incontables botones, uno por el contenido llama la atención, y es el de Gizeth Castelán Castro, quien fue asesinada de 32 cuchilladas en octubre de 2016.
Fue trabajadora del ISSSTEP y, también por errores administrativos, su familia no podrá cobrar el seguro de vida. Los seis años que laboró en la dependencia, por un error, serán tirados por la borda.
Sin embargo, lo más grave es que la presunta homicida Ana Karen Jiménez Xochipa, detenida, pero sin que el juez de oralidad dicte sentencia a pesar que el homicidio tiene un año ocho meses, recuperaría su libertad definitiva.
Reporte del Informante: Los ratones hacen fiesta
Las actividades del candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, Enrique Doger Guerrero, le impidieron llegar al evento de campaña programada ayer (martes) en Cholula.
La ausencia del candidato fue aprovechada por su coordinador de campaña, Germán Sierra Sánchez, para tirarse en la hamaca y disponer de los recursos en gran comilona en el restaurante Sonoras de la 43 Poniente.
Mientras comía en compañía del recién nombrado titular de Liconsa –innombrable su apelativo–, coordinó la agenda del candidato vía teléfono celular desde los sanitarios, donde se metió para que no lo escucharán.
Aguas, Lalo
Los golpes y patadas por debajo de la mesa en el equipo de trabajo de Eduardo Rivera empezaron antes de tiempo. Todavía no se realizan las elecciones y tampoco ha ganado Eduardo Rivera la alcaldía, por segunda ocasión, como para que “quienes se sienten con derecho” empiecen a reclamar posiciones.
Una de las manzanas de la discordia donde iniciaron con anticipación los ganchos al hígado es la relacionada con el deporte, pues el cuñado de un candidato a diputado federal por Morena y un profesor conocido en el ámbito desde hace sexenios quieren el pastel. La disputa promete.
