La Loca de la Familia 
Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia

Sí, hace doce años voté por López Obrador.

Y voté convencida de que no era un peligro para México.

Fui y voté temprano con mi hija; con esa niña que en aquel entonces tenía tres años. Y la niña, cuyo lenguaje se limitaba a lo más elemental, sabía más o menos en la casa se decía un nombre muy seguido. Un nombre o una palabra que ella quizás asociaba a otra cosa, a algo que no nos ponía de malas. Esa palabra era AMLO.

Vivíamos en un barrio aburguesado con campo de golf y éramos de los pocos que en sus carros llevaban la calcomanía de un personaje que elevaba el dedo y decía: “Sonríe, vamos a ganar”.

Esa tarde, la tarde de las elecciones, al ver cómo la magia del Maguito Ugalde hacía de las suyas cuando un gris Felipe Calderón se ponía a la cabeza por un punto o menos (como dos), me puse a la computadora y abrí el hoy obsoleto correo electrónico para escribir una carta abierta que sólo leerían mis pocos contactos.

Estaba verdaderamente indignada por el fraude. Porque no podía llamarse de otra manera a esa operación que se estaba cometiendo en el IFE. Escribí febrilmente como si alguien quisiera leerme. Días después, y por primera vez, asistí a una marcha de protesta.

Sí, yo voté por AMLO en el 2006 y me dolió que perdiera como si al perder él, perdiera yo.

Tenía 25 años y era jipi. Y aún no comprendía bien que la izquierda ya no era izquierda.

Era joven y quería ser revolucionaria. Y AMLO era más genuino (a mi forma de ver). Y creía que, pues, ya le tocaba…

En el 2012 también fui a votar. Ya no tan temprano y ahora iba sin mi niña. Creo, si no me falla la memoria, que iba crudísima (siempre he sido buena para burlar la ley seca). Llegué a la casilla y sin mayores ceremonias ni emoción, crucé AMLO como quien cruza por mera inercia un documento con el que sabes que te puede atorar. Pero no iba a votar por Peña Nieto, ¡por Dios!, eso nunca. No era sensato tener 31 años y carecer de memoria histórica e ir a abonar para que el PRI volviera.

Llegó la tarde y no me moví de la televisión.

Para ese momento yo ya vivía con un periodista, por lo tanto le llegaban encuestas y datos reveladores antes que a los vecinos. Peña; iba a ser Peña. Y esta vez sin fraude, es decir, sin que en el IFE se hiciera el marranero de seis años atrás. Esta vez la gente sí había votado por Peña, no tanto por gusto, sino por una inmensa operación. El PRI del 2012 sacó la artillería de sus maestros y levantaron todas las operaciones posibles: “operación ratón loco”, “operación carruselito”, “operación manitas calientes”,  “operación escalera”, etcétera.

Ellos sabían cómo hacerlo y lo lograron.

AMLO se quedó, de nuevo, como novia de pueblo.

Ni frío ni calor. Ya no arremetí. Ya no escribí notas incendiarias. Sólo me dio pena México y me dio penita que a don AMLO se la hubieran vuelto a hacer, aunque con más estilo. El estilo “mad caudillo”.

A veinte días de las elecciones no sé por quién votar. Anaya es un proto dictadorzuelo insufrible que no toleraría ver más de un mes en las noticias. Meade… pobre Meade; lo mandaron a hacer un ridículo legendario.

El PRIAN está a punto de ver cómo su fórmula infalible, como su orgía perpetua pasó por la comezón del séptimo año y no se concentró en aniquilar al enemigo como ya lo venían haciendo desde que Zedillo entregó a Fox el poder.

Todo indica que ya hay presidente., y es por quien voté las dos veces anteriores, ¿y les digo algo? No tengo una posición clara al respecto.

Temo lo peor (sin ser de los pelmazos que se creen la historia del paralelismo con Venezuela). Y temo porque ya tengo más conciencia sobre cómo puede llegar a desquiciar el poder (total) al más impoluto de los hombres.

Y temo porque, a comparación de años anteriores, vivo en el así llamado “sistema” que AMLO quiere incendiar: tengo deudas con el banco, tengo créditos activos con marcas que tiemblan con la llegada del peje, tengo que comprar papel y me acaban de anunciar que subió gracias a la especulación que hay a veinte días de que todo cambie.

Doce y seis años atrás voté por este hombre como quien vota por el comité de padres de familia: con valemadrismo y sorna.

Hoy la cosa es más seria porque mi vida es más seria.

Si es inminente el triunfo, México será otro, y no creo que sea Mágico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *