La Mirada Crítica
Por: Román Sánchez Zamora / @RomansanchezZ
Y se quedó con la sonrisa en la boca, la satisfacción en el alma, el calor de las palabras en su mente, un día como nunca, un día que nunca habría de olvidar –en un rincón del alma…- dijo mientras caminaba por esa calle inusualmente obscura, pero conocida.
-¡De eso no se vive, de eso no se come!- le dijeron a Gabriel…
Gabriel tomo su escrito, y no volvió a decir algo en casa, no volvió a decir algo con sus amigos, su afición por las letras volvía a estar en el anonimato.
-Seguro eres homosexual- en la noche le dijo su padre mientras rompía todos sus escritos, sus bosquejos… -La culpa es de tu madre que te ha solapado todo esto, mira yo traigo dinero y sin estudiar… ¿Libros? Esos son para señoritos… y tú eres un pobre mediocre- le dijo cuándo cerraba la puerta… a las pocas horas regresaba a casa tomado el papá de Gabriel, por la decepción de que su hijo tenía “mañas incontables”, comento con sus amigos.
Al paso de los días las cosas no mejoraron, y Gabriel tuvo que vivir en el silencio su afición por las letras, el problema había sido que uno de sus maestros le hizo el favor de publicar una de sus críticas en un diario de baja circulación, pero que a Gabriel le resultaba muy estimulante, para él había sido como escribir una nueva biblia, sus amigos le aplaudieron, algunos más hasta discutieron por sus palabras al ser leídas y eso le lleno de satisfacción, al término de una semana le enseño el recordé del diario a su papá y eso fue lo que había causado el enojo de este.
Por días se preguntó si sus padre tenía razón, pues este sabía que de niño había sido su prioridad, su sentido de vida cambió y por qué ahora él era así, por qué había cambiado, por qué las cosas no eran como antes cuando Gabriel había dibujado sus primeras letras y su papa le dijo -seguro tú serás escritor-.
Desde ese día se sintió marcado por una palabra de Ricardo, su papá y aun lo recordaba, pero no cabía en su cabeza que ahora las cosas fueran diferentes.
Una mañana, Ricardo llego a la obra donde trabajaba, y muy contento mostró el papel con las primeras letras de su hijo, y le comento a Daniel que tenía mucha fe en que su hijo saldría adelante que bien valía la pena partirse el lomo por sacarlo adelante…
-Mira Ricardo, los hijos son el reflejo de los padres y tú eres un mediocre, eres muy bruto hasta para cargar y así será toda tu familia, tus hijos, y los hijos de tus hijos, así que deja de traer cosas a los compañeros- le dijo el ingeniero, antes de que Ricardo se fuera a comer.
Todo el día se quedó con un nudo en la garganta, Ricardo pensó que tal vez el Ingeniero tenia razón, pues era todo un Ingeniero y su hijo mejor debía de dejar la escuela pues efectivamente su padre también había sido campesino, luego albañil y un día termino su vida a causa de un accidente.
La sociedad, habla de herencias, de modos de vida, de los entornos sociales, la cultura adquirida de los hijos por los padres, los anhelos de los padres comienzan a ser el sueño de los hijos, futuros frustrados, por crisis, por accidentes, porque algo paso y entonces la mamá no fue bailarina o el papá no pudo ser abogado.
El convencer a la gente que: el que nace para maceta no pasa del corredor, o hijo de tigre pintito, y pensar que es sabiduría milenaria, por lo cual estas palabras no dejan crecer a una sociedad, pues nació en el abandono y por la traición como señala el Laberinto de la soledad de Octavio Paz.
O tal vez, la pobreza este condenada a deformar toda buena intención como Álvarez lo señala en Chin, chin el teporocho, o quizá sea lo que se podría leer en la pobreza de los pueblos y miserias históricas del llano en llamas de Rulfo.
Una sentencia que ni Jorge Ibargüengoitia podría modificar en sus letras bajo los Dos crímenes o quizá en Los pasos de López.
Si nos han pedido cambiar, por qué no podemos y si buscamos la salida la indiferencia social es parte de nuestros fracasos, por qué parece que el triunfo es un derecho de sangre y no un derecho de vida… como el ser felices.
Gabriel, en secreto, durante mucho tiempo siguió las lecturas, siguió escribiendo en la sombra, siempre puso su nombre, nunca un seudónimo, pues él un día seria grande, jamás lo volvió a contar a su padre para no hacerlo enojar más y él no hizo caso para no volver a vivir esa pena de ser la base de la estirpe del fracaso de su hijo... pues las palabras negras siempre echan raíces desde el principio y como enredaderas matan a todo pensamiento que se les cruza.
Fue el secreto de los dos hombres, de los que esperaban que un día esa maldición acabara y comenzaran a ser una familia de éxito…
-Estudiar letras te tendrá en la pobreza, pero es lo que deseas y en lo que pueda te he de apoyar, habría querido que fueras abogado… o mejor aún un gran ingeniero- Dijo Ricardo a su hijo cuando vio su ficha de inscripción a la universidad.
-Papá, hoy soy el ingeniero que tu deseabas, y he comprendido que para muchos de nosotros está prohibido soñar pues debemos sobrevivir, y hoy, por mis ratos libres he terminado mi primera novela, las letras siempre fueron mi pasión pero más ha sido mi pasión por el respeto hacia ti…-
El ingeniero, con el tiempo, dejo de estar en la obra para dirigir conferencias, para hacer su sueño… para recibir premios en letras… letras que en ocasiones son la parte más torcida de los hombres que buscan un sueño… dentro de sus sueños…
