Ante un abarrotado Estadio Zaragoza, subrayó que tiene la firmeza que se necesita para recuperar la tranquilidad de los habitantes.

Por: Guadalupe Juárez

Si había otras alternativas a estar juntos y pedir el voto en conjunto, no lo sabremos. Pero hoy, logrando alzarse la mano entre sí, como si se tratara de un equipo deportivo que está por recibir el primer lugar de la competencia y ya no esperando el volado de una moneda en el aire, Martha Erika Alonso y Eduardo Rivera sellan lo que dicen es, ya, una victoria.

Por ello, el candidato a la presidencia municipal de Puebla asegura que sólo ellos dos pueden resolver los problemas de la entidad, sea quien sea el presidente del país.

Y por ello Martha Erika alza la mano de todos los candidatos a diputados federales y locales por el Frente y afirma que el triunfo del 1 de julio es equivalente al número de personas que abarrotaron este domingo el estadio Olímpico Zaragoza.

“Les tengo una muy buena noticia: el 1 de julio vamos a ganar esta elección. Si todavía algunos tienen duda, que vengan a ver este estadio, que se den cuenta de que Puebla ya decidió”.

La aspirante a gobernar el estado recuerda que, precisamente, un partido en equipo, se gana en equipo: “Nadie llega a la meta solo”, reconoce al mirar a todos los que la acompañaron en el templete, sobre todo a Eduardo Rivera.

La abanderada de Por Puebla al Frente guarda el discurso en contra de sus adversarios y sólo habla de un tema: cómo será si es gobernadora.

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Es domingo 24 de junio. Es más de mediodía y los rayos de sol ya dejaron la piel enrojecida de unos cuantos desprevenidos que se rehúsan a utilizar las sombrillas que reparten en el lugar con los logos partidistas.

Entre los asistentes hay bebés que lloran en los brazos de su madre. Niños jugando con globos morados. Señoras que bailan o mueven al menos un pie con las canciones de la Sonora Dinamita. Hay, también, quien agita sus banderas cada que se escucha un “Martha gobernadora”. Algunos llegaron desde las 8:00 horas y otros que aún entran aunque haya empezado el evento.

Mientras su compañero —porque así se han presentado durante los cerca de 60 días que duró la campaña— habla con una voz desgastada por la actividad proselitista de los últimos días, Martha Erika repasa sentada sobre las escaleras del templete los últimos detalles de su discurso.

La panista todavía tacha algunas de las palabras en sus tarjetas con un lapicero, frunce el ceño y da indicaciones al personal que la acompaña, se da espacio para tomarse selfies con quien logra pasar el cerco de personas de staff a su alrededor y al mismo tiempo saludar a caras amigas que se encuentran entre el mar de gente.

Antes de subir al templete, mete aire a sus pulmones como si cada bocanada le diera impulso para llegar al centro del escenario que sólo en las tomas aéreas se puede ver que es una cruz morada.

Al estar en el escenario lleva el puño en alto y con la mano izquierda todavía da unos golpecitos al micrófono para comprobar que funcione y con cada palabra que suelta se desplaza a lo largo del espacio, del que a los pocos minutos se adueña. Y no, no es necesario que nadie más la acompañe, eso es lo que pareciera decir mientras recorre los cuatro puntos del templete.

“Muchos años me he preparado para servir a la gente”, suelta, también con la voz ronca, al recordar que, de ganar, será la primera gobernadora del estado.

Y sin referirse directamente a las administraciones de los últimos ocho años que ha encabezado su partido, promete que la de ella será diferente.

“Quiero trabajar en esos pequeños detalles que hagan la diferencia en la vida de cada uno de ustedes. Voy a resolver sus necesidades más importantes. Voy a luchar por los sueños de sus hijos y sus hijas, y espero gobernar para todos, y resolver los conflictos privilegiando el diálogo y el respeto”, asevera.

Pero, también, asegura tener la firmeza que se necesita para hacer valer el Estado de Derecho y, “recuperar la tranquilidad de los poblanos”.

Y en esa promesa, Martha Erika agrega que con ella habrá un gobierno trabajador, confiable y que dé resultados, uno más humano y sensible.

“Construyamos juntos la Puebla de nuestros sueños”, pide. Y de nuevo suben todos los candidatos con ella, flanqueada siempre por Eduardo Rivera para la fotografía, con las manos arriba en señal de una victoria. La imagen de que este era el escenario que buscaban, y que no había otra alternativa que la de estar juntos.

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