La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Como porros en cristalería, pandilleros con playeras y chalecos de MORENA irrumpieron en un salón del hotel Mm y a punta de golpes y gritos agredieron a hombres y mujeres panistas —la mayoría jóvenes— que organizaban las actas de la elección para gobernador del estado en aras de presentarlas este miércoles en la sesión del Consejo General del IEE con la que se iniciarán los cómputos distritales.

Los videos son elocuentes: José Juan Espinosa y Alejandro Armenta —diputado local y senador virtualmente electos— encabezaban la infame turba que buscaba urnas rellenas de votos en la espantosa “mapachera”.

Otro video exhibe a Fernando Manzanilla —virtual diputado federal electo—, promotor de una fundación para la Felicidad, dando instrucciones para violentar el centro de operaciones panista en el que se trabajaba —como lo demostró la reportera Viridiana Lozano en una transmisión por Facebook—con material legal como el que tienen todos los partidos políticos que participaron en la elección del domingo pasado.

Fuentes confiables que pidieron la gracia del anonimato, revelaron que la operación pandilleril la orquestó el policía Adolfo Karam, quien ordenó la aprehensión ilegal de la periodista Lydia Cacho en diciembre de 2006 y se enfrentó a punta de pistolas a la entonces procuradora del gobierno marinistas este años después.

Según la fuente referida, este personaje llevó al hotel MM a pandilleros de distintas colonias para la operación de MORENA.

Pero Karam no actuó solo.

Detrás suyo estuvieron el ex gobernador Mario Marín y el propio Manzanilla.

El saldo fue brutal: decenas de hombres y mujeres panistas golpeados, un septuagenario pateado en el piso y el diputado federal Eukid Castañón enviado al suelo.

Castañón, por cierto, ha sido acusado por Miguel Barbosa y Manzanilla como el operador de lo que llaman “monumental fraude electoral”.

(No tiene lógica que el gran operador acudiera a la supuesta “mapachera” cuando centenas de morenistas tenían tomado el hotel).

Armada la operación, se dejaron caer y provocaron destrozos considerables.

Las “pruebas” que encontraron los otros porros con fuero próximo fueron: una sábana con resultados electorales sin ningún valor (este miércoles se contarán votos, no sabanas), copias de actas de casilla (a la que todo representante de partido tiene derecho) y otras lindezas.

Nada que configure un fraude.

José Juan Espinosa estaba fuera de sí.

Gritaba con equipo de sonido y sin él.

Ofendía a las jóvenes panistas, quienes se protegían en grupo de la furia de los pandilleros.

La gresca llevó a Puebla a la prensa nacional, primero con la versión de la falsa “mapachera” y luego con los videos de los porros de MORENA.

Y en qué momento.

Justo cuando el jefe de todos ellos, Andrés Manuel López Obrador, se reunió en Palacio Nacional con el presidente Peña Nieto.

Qué manera de echar a perder un acto profundamente democrático.

Los porros de MORENA y de Miguel Barbosa le echaron a perder el día al virtual presidente electo.

Y es que tras los desmanes, la gente se preguntaba en las redes sociales: “¿Y éstos son los militantes del partido del nuevo presidente”.

Cuando se dieron cuenta de que no había nada ilegal en el hotel, los porros legisladores se marcharon discretamente, dejando en el lugar a los pandilleros de Karam, Marín y Manzanilla.

El hipócrita lector se preguntará:

¿Qué hacían en el hotel los panistas con paquetes electorales?

Sencillo:

Organizaban las actas firmadas por representantes hasta de MORENA que presentarían en la sesión del IEE como prueba de que no hay irregularidades en esta elección.

¿Qué pretende el club de porros?

Reventar la elección perdida.

¿Quieren ir de nuevo a las urnas?

Perfecto.

Y aquí va una modesta proposición:

Que se anulen las elecciones poblanas —la de gobernador, la del Senado, las de las diputaciones, las de los ayuntamientos—y que ninguno de los que fueron candidatos aparezca en las nuevas boletas.

Nota Bene: como conozco a Adolfo Karam y es vecino mío lo responsabilizo desde aquí de cualquier cosa que pudiera pasarme a mí y a los míos.

Es cuanto.

 

AMLO, Barbosa, Gali

Justo un día después de que el gobernador José Antonio Gali habló vía telefónica con Andrés Manuel López Obrador, Miguel Barbosa pidió su renuncia.

Lo hizo con las peores expresiones en el contexto de un regaño público que le dio a la secretaria técnica del Instituto Estatal Electoral.

Barbosa es dueño en ocasiones de una ironía inteligente.

Me temo que este martes no la tuvo consigo.

Fue muy desagradable lo que le dijo a la funcionaria del IEE, tanto o más que los calificativos que le endosó al gobernador.

Gali conversó con AMLO en un marco de respeto y cordialidad, y quedaron de verse a la menor oportunidad.

Cosa curiosa:

Mientras el virtual presidente electo se comporta como un estadista, los morenistas están embriagados de poder.

En su delirio creen que AMLO le dará un manotazo a las autoridades electorales para que le entreguen a MORENA el triunfo que no tuvo en las urnas.

Otros más piensan que una llamada suya moverá a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que le den la gubernatura a Barbosa.

Ambas visiones son dignas del México que supuestamente ya se fue.

Es obvio que ese México sigue más vivo que nunca.

Y algo más: mucho más violento.

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