La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

En su prisa por comerse el pastel, algunos diputados de MORENA —léase Gabriel Biestro y José Juan Espinosa— han empezado a anunciar que una vez que asuman su cargo —cosa que ocurrirá el 14 de septiembre— nombrarán gobernador interino —ellos, faltaba más, por delante—, reabrirán cuentas públicas, despedirán fiscales y titulares de órganos electorales y darán marcha atrás a privatizaciones.

Alguien debería ponerlos a estudiar primero, pues algunos de estos puntos requieren la anuencia del ejecutivo estatal y las dos terceras partes del Congreso.

Hay algo en la Ley Orgánica del Poder Legislativo y en el Reglamento Interior que se llama mayoría calificada, mayoría absoluta y mayoría simple.

Como quien esto escribe ya se puso a estudiar las reglas básicas no las compartirá con el hipócrita lector porque los citados diputados descubrirán que han estado haciendo el ridículo con sus bravatas.

Veintidós diputados no les bastan para hacer todo lo que andan anunciando.

De pena ajena.

Lo peor es que ya hasta uno de ellos se veía como gobernador interino.

Qué ganas de hacer el ridículo.

 

Los Jefes Políticos y las Nalgas

El Federalismo mexicano no existe realmente, aunque algo es cierto: los estados de la República gozan de autonomía —en ciertas áreas— e independencia —en otras.

(Eso de “libre” y “soberano” es otra historia).

En aras de saber lo que pasaba en el país, Porfirio Díaz nombró jefes políticos en las entidades de la República.

A ellos los dotó de poderes metaconstitucionales.

Eran sus ojos y sus oídos.

Y en algunas ocasiones hasta su corazón y su hígado.

Los gobernadores, en una buena mayoría, envidiaban el poder endiablado de esos jefes políticos.

La historia está por repetirse con López Obrador.

Más cerca de don Porfirio que de Juárez, el virtual presidente electo revivirá a los jefes políticos en aras de someter a los gobernadores —los suyos y los otros.

Ese regreso al pasado no habla nada bien de quien fue votado para acabar con la Mafia en el Poder.

La idea más parece la ocurrencia de uno de esos morenistas ignorantes de los que hoy abundan en esta república bananera.

 

Nota Bene: Don Porfirio llegaba al extremo de tocarse una parte del cuerpo frente a los suyos y soltar una frase como éstas: “Me duele Tlaxcala”.

Entonces llamaba a su jefe político para descubrir lo que pasaba en ese estado.

Adivine el lector qué estados del país se encontraban en sus genitales y en sus glúteos.

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