Las Serpientes 
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo

Algunas decisiones tomadas por el presidente electo de la República, Andrés Manuel López Obrador, son una prueba de su autoritarismo, aunque nadie puede alegar que carezca de legitimidad.

Es el Presidente con mayor votación en la historia de este país y eso nadie lo niega, ni lo pone en tela de duda, aquí lo importante es saber si es un hombre equilibrado, si en realidad va a ser ese estadista a la altura de las circunstancias o aprovechará toda su fuerza para convertirse en un tirano y perpetuar a su grupo en el poder (la nueva dictadura perfecta).

La semana pasada López Obrador anunció que se crearán las coordinaciones generales en cada una de las entidades del país, las cuales estarán en manos de sus incondicionales, sin importar si cuentan o no con un perfil administrativo para ocupar el cargo.

Estos coordinadores generales asumirán las funciones de las hasta ahora existentes delegaciones federales, el coordinador General será una especie de vicegobernador o virrey, quien será un contrapeso a los mandatarios.

Esto es una franca violación al pacto federal, al cual se adhirieron las 32 entidades de nuestro país para conformar lo que hoy se conoce como México, los gobernadores, con todo lo mal que algunos han desempeñado sus funciones, son personajes electos, por voto libre y directo, el nuevo virrey es una figura impuesta por el Ejecutivo federal, el cual en muchos de los casos buscará utilizar su puesto como plataforma para convertirse en seis años en gobernador.

Francamente me parece un retroceso este grado de centralismo, mismo que ya veremos cómo funciona, pero que concentra de manera impresionante el poder.

Otra situación que llamó la atención es el caos que el Presidente electo provocó de nueva cuenta en Puebla, luego de afirmar que para él el gobernador ganador de la contienda fue Barbosa. Traducción “al diablo con las instituciones”.

El candidato por Morena a la gubernatura de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, y su equipo, aún no habían interpuesto la impugnación correspondiente para solicitar la anulación de la elección, cuando el Presidente electo ya daba una muestra más de su intolerancia al señalar que, para él, el ganador era Barbosa.

Esto durante una reunión con los candidatos ganadores de Morena a diputados federales, senadores y gobernadores en las entidades en donde hubo elección concurrente.

Ahí, al más viejo estilo del antiguo PRI, en su calidad de jefe de Estado y de partido, López puso al Tribunal Electoral del Poder de la Federación entre la espada y la pared. Qué necesidad tenía.

Ahora, si el Tribunal, en el caso Puebla, falla a favor de Barbosa y sus huestes y anula la elección en Puebla o le da la razón al oriundo de la Sierra Negra, se entenderá que fue la voluntad del Presidente la que imperó.

En caso contrario, si el Tribunal decide no anular la elección y ratificar el triunfo de Martha Erika, entonces se entenderá que López llegó a un acuerdo con otros grupos y decidió sacrificar a Barbosa con tal de mantener la paz y la estabilidad en el país y en el estado. ¿Esto es el cambio?

Tan se dieron cuenta del garrafal error cometido por nuestro amado líder supremo, que bajaron los videos de las redes sociales, pero ya era demasiado tarde, el daño ya estaba hecho.

Por otra parte, los diputados federales y senadores por Morena sólo han dado muestras de ser más de lo mismo, borregos que sólo reciben línea por parte del Poder Ejecutivo, ¿cuál separación de poderes?

Fueron como ocurría con el panismo y el priismo, a recibir línea, ¿Qué horas son? Las que usted diga, señor presidente. ¿Verdad que los cocodrilos vuelan? Nada más tantito, señor presidente.

Sé de antemano que aún es prematuro para comenzar a criticar a López, pero hay cosas que francamente dejan en claro que el presidencialismo está más vigente que nunca.

Una última, el virtual Presidente propone que todos los funcionarios se reduzcan el salario, incluidos los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes ganan 600 mil pesos mensuales.

La propuesta en sí es buena, lo malo es que supuestamente el Ejecutivo no puede imponer esta medida a sus pares, ya que el Poder Judicial, en un régimen democrático, es par del Ejecutivo.

Si bien es cierto que los magistrados ganan un sueldo que resulta insultante para más de 90% de los mexicanos, no es el titular del Ejecutivo quien debe decidirlo, sino los propios magistrados, a quienes debió convencer de dicha medida antes de anunciarla.

Esto ha provocado el linchamiento en redes sociales dominadas por López Obrador de los magistrados y de todo aquel que ha osado criticar al tabasqueño.

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