Fantasías poselectorales

En su afán de mantener vivo su movimiento poselectoral que quedó manchado por la violencia irracional de sus líderes y seguidores, Morena Puebla, a través de su dirigente Gabriel Biestro Medinilla, inventó la existencia de órdenes de aprehensión contra él y otros más que participaron en los destrozos del Hotel MM. La especie fue magnificada por sus voceros que no dudaron en llevarlo de ocho columnas. La realidad es otra muy distinta. No hay acción persecutoria contra nadie. Una acción de esa naturaleza es como si el gobierno estatal pretendiera meterse un balazo en el pie. Hasta para mentir hay que ser inteligente. ¿Será?

 

Sobre la ¿elección de Estado?

No se vaya usted a reír, pero el fiscal Santiago Nieto, quien defiende jurídicamente al candidato perdedor Luis Miguel Barbosa Huerta, presentará como pruebas de la intervención del aparato de gobierno en la elección el hallazgo de un automóvil del Ayuntamiento de Cuetzalan en el MM Grand Hotel –destrozado por los morenistas–, así como la presencia de un integrante del sindicato estatal de burócratas que está en proceso de jubilación y del magistrado Israel Mancilla Amaro. Esas son las grandes pruebas del fraude. ¿Será?

 

Contrapesos políticos

Pese al triunfo, Martha Erika Alonso Hidalgo, como gobernadora de Puebla, enfrentará un panorama difícil, políticamente hablando. De entrada, tendrá que negociar con una bancada morenista, que es mayoría en San Lázaro, la gestión de recursos para la entidad; en el ámbito local tendrá que emprender un amplio diálogo con Morena, Encuentro Social y el Partido del Trabajo que tendrán la mayoría en el Congreso estatal. La administración alonsista encarará contrapesos que son sanos dentro de una democracia, pero requieren de una amplia capacidad para concertar y alcanzar acuerdos. ¿Será?

 

AMLO y la incomodidad

Ni duda cabe que desde las altas esferas de Morena pararon en seco el movimiento poselectoral que pretendía impulsar Luis Miguel Barbosa Huerta, el cual incluía marchas y actos de vandalismo como el suscitado en el MM Grand Hotel. Puebla, aunque lo niegue la dirigencia morenista local, se convirtió en la piedrita en el zapato de la elección nacional que trajo el apabullante triunfo de Andrés Manuel López Obrador quien, más allá de filias y fobias, ya le puso un estate quieto a sus huestes poblanas: nada de violencia y todo por la vía institucional. ¿Será?

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