Diario de Viaje

Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

Es muy posible que Paul Simon sea el escritor más subestimado de la música popular. Esto es, quizá, porque técnicamente no es considerado un escritor. Cierto, Paul Simon no es un escritor, es un compositor de canciones, un songwriter, y uno de los mejores de su tiempo.

Estoy en Dallas, Texas. Segundo día de junio. Hoy visité Dealy Plaza después de años de imaginarla y construirla pieza a pieza en mi imaginación. Anduve por Deep Ellum, comí macarrones, bebí cerveza. Ahora, después de un día atestado de calor sureño y de pensar todo el día en qué demonios tiene esta ciudad que no me gusta, tengo a Paul Simon justo frente a mí. Es más pequeño de lo que imaginaba, aunque cuando canta y las luces se prenden, es como si un profeta hablara desde el púlpito.

Los metros que separan al artista del espectador son el gran secreto de la industria musical: engrandecen y magnetizan hasta al ser más nimio. Es ‘lo inalcanzable’ el mayor imán de todos. Simon es cabezón, de facciones toscas, pelo escaso. Si le pusiéramos un hábito sería un mínimo monje franciscano, de setenta y tantos y bien conservado.

A mitad del concierto suelta una anécdota. Mientras, un sexteto de cuerdas y vientos se postra al frente del escenario del American Airlines Center: “Estaba en la casa de Joan Baez, a principios de los ochenta. Nos habían invitado a tocar un festival. Sonó el teléfono, Joan cogió la llamada, yo mientras me puse a ver sus libros. Encontré uno de fotos. Al abrirlo recuerdo haber visto una, cuyo pie de foto decíaRené y Georgette Magritte con su perro después de la guerra’. ¡Qué buen título para una canción!, fue todo lo que pensé. Así que escribí la historia al rededor de esa fotografía.

La historia que sirvió de introducción a esa canción -uno de los misterios más buscados por los fanáticos de Simon- fue igual de buena como el acto que siguió. Tan solo puedo describirlo como sublime. La banda había tomado un descanso, solo eran Paul y el sexteto conformado por jóvenes músicos y una luz muy tenue. Las primeras notas de la canción me sonaron a despedida. Tan solo unos días después, Paul Simon anunciaría que ese concierto y otros más que vendrían, serían los últimos conciertos de su larga y bien hecha carrera.

Pero ahí en medio del concierto, en medio de Dallas, esto de la historia de la foto de los Magritte me hizo dar cuenta de que Paul Simon es el mejor cuentista que ha tenido la música, todas sus canciones son historias cortas con un arco narrativo casi perfecto. Pensé, mientras Simon cantaba, en algunas de sus letras, desde las que hizo junto a Garfunkel en los sesenta. Por ejemplo, “The Sound of Silence” que fue escrita un día después de que mataran a John F. Kennedy y habla sobre profetas y muchedumbres en calles empedradas; “America” que es una historia corta sobre dos adolescentes que toman un camión a Nueva York en un acto kerouacquiano de querer escapar de un pueblo buscando “el sueño americano”. Es a mi parecer una pequeña novela en sí.

Pensé también en su trabajo como solista. En sus letras de mediados de los setenta hay recursos literarios poco utilizados en la música pop, como en “Duncan”, cuya narración comienza describiendo a una pareja que está dentro de un cuarto en un motel como si fuera importante y un punto clave en la historia, pero conforme avanza la canción nos damos cuenta que la pareja de la primera escena no tiene en realidad nada que ver: non sequitur.

Finalmente pensé en la canción que estaba escuchando ahí mismo, la inspirada en René Magritte y su esposa, Georgette, que cuenta la historia ficticia sobre una pareja aficionada y embelesada al doo-wop que camina por la calle admirando maniquíes con sus ojos migrantes, que llegan a su cuarto de hotel y bailan a la luz de la luna, perdiendo sutilmente su ropa de noche.

El 22 de septiembre de este año, el parque más grande de Nueva York, el Corona Park, en Queens, será escenario del último gran concierto del hijo que vio nacer y que tanto ha escrito y contado sobre esa ciudad. También, Paul Simon culmina su carrera con el lanzamiento de su álbum “In the Blue Light”, que revisa algunas de sus más icónicas canciones y las reinventa. Sí, la de Magritte viene en este álbum, con todo y el arreglo del sexteto.

Esa noche en Dallas caminé a mi hotel. Vi vagabundos y locos. Los profetas habían quedado atrás.

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