La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Una foto reciente lo dice todo: mientras Miguel Barbosa platica con Gerardo Fernández Noroña, Alejandro Armenta come un mole de caderas en el restaurante Casa Vieja, de Tehuacán.

Al senador y al candidato perdedor los separa el diputado Alejandro Barroso.

En ninguna de las cuatro fotos que subió Barbosa a su Twitter se les ve juntos.

No hay abrazos ni pláticas, como sí los hay entre Barbosa y el diputado Fernández Noroña, o entre Barbosa y Barroso.

Las pruebas contundentes de esa frialdad las puede encontrar el hipócrita lector en las líneas de la columna periodística Cuitatlán, que escribe Fermín García en las páginas de La Jornada de Oriente, y que, al decir de Gabriela Hernández —corresponsal de Proceso en Puebla—, ha sido utilizada por el “sector barbosista de Morena” para filtrar información.

Este lunes, la citada columna exhibió que Dulce María Silva, esposa de César Yáñez —el hombre más cercano a López Obrador—, es aliada del morenovallismo y que, incluso, estuvo dentro de los salones del hotel MM, donde, el 3 de julio pasado, los morenistas recurrieron a la violencia en aras de demostrar que en ese lugar se ubicaba una “mapachera”, lo que fue desmentido por la mismísima Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), instancia federal que fue llamada por los mismos que hoy la descalifican.

Líneas después, Fermín García da el tiro de gracia:

“A casi tres meses y medio de ese episodio se sabe que existe una alianza entre Dulce María Silva Hernández y Alejandro Armenta Mier para que en caso de que se repita la elección de gobernador, el segundo de ellos pueda ser el candidato de Morena a la titularidad del Poder Ejecutivo.

“Todo mundo sabe que Armenta declara en público su lealtad a (…) Barbosa Huerta (…) pero al mismo tiempo encabeza las intrigas para cambiar al aspirante de esta fuerza política.

“Frente a esto hechos habría que preguntarse: ¿Dulce Silva y Alejandro Armenta Mier buscan controlar la candidatura de Morena para derrotar al grupo político de Rafael Moreno Valle Rosas o para acabar negociando con el ex gobernador del estado?

“Por lo menos en el caso de ella, habría evidencias de que tiene fuertes y serias negociaciones cordiales con el morenovallismo.”

Hasta aquí la muy larga pero reveladora cita.

Desde antes de los comicios, Barbosa había manifestado su malestar por la forma de operar de Armenta.

El enojo se agudizó cuando el hoy senador inició su propia ruta de la transición manteniendo reuniones por su cuenta.

Y es que Barbosa lo quería a su lado como perrito faldero en las ruedas de prensa que ofrecía.

(Ésa función la cumplieron muy bien José Juan Espinosa, Nancy de la Sierra y Gabriel Biestro).

Hoy queda claro que Armenta es para Barbosa el verdadero enemigo.

Está enterado de que cuando menos tres días de la semana los usa para recorrer el estado mediante reuniones masivas, y eso no le gusta.

Ya se vio en el mole de caderas en el restaurante Casa Vieja.

Ya se ve en las líneas arriba citadas.

Va tras él, y tras Dulce Silva de Yáñez y, en consecuencia, tras el futuro coordinador de Política y Gobierno de la administración de López Obrador.

No será tarea fácil enfrentar a los tres, sobre todo porque, pese a la tan polémica boda reseñada en las páginas de la revista Hola!, César Yáñez tiene un sitio especial en el corazón del presidente electo.

Barbosa lo sabe y, no obstante, acuchilla.

El pecado de los cuchilleros —y eso está en Borges— es la obstinación.

 

 

El Dueño del Congreso y su Cuchillero

 

Claudia Rivera Vivanco también está en la mira de Barbosa.

Sobre la ya presidenta municipal de Puebla corre una amenaza soltada por nuestro personaje —palabras más, palabras menos— el fin de semana:

“Todos aquellos alcaldes que hayan hecho acuerdos con el morenovallismo sufrirán las consecuencias”.

Y es que a través de diversas publicaciones ha corrido la voz de que cuando menos tres futuros funcionarios de la administración municipal han estado ligados a Moreno Valle.

La versión cae por su propio peso, pero la amenaza cobra fuerza porque la dijo en su calidad de dueño del Congreso del Estado.

Y como para que no hubiera dudas, a su lado tenía a uno de sus cuchilleros: José Juan Espinosa, presidente de la Mesa Directiva del Congreso y presidente de la Comisión Inspectora.

La imagen es inédita.

Y es que es la primera vez que un candidato perdedor a la gubernatura actúa como el hombre de la esquina rosada —otra vez Borges— y se pone a amenazar a los alcaldes con sus cuentas públicas.

O ya no entiendo lo que estaba pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo.

(Monsiváis dixit ).

Lo grave es que quien revisará esas cuentas será el compadrito del cuchillero mayor.

Y la primera víctima será —adivinó el lector— la presidenta municipal de Puebla.

Van tras ella.

No le perdonan no ser como los José Juanes, las Nancys, los Biestro.

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