La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Todos los hombres del presidente Juárez —prácticamente todos—lo abandonaron cuando el poder empezó a seducir al Benemérito.

Los gigantes del liberalismo mexicano cohesionados por la Guerra de Reforma se fueron desencantando de él porque sus modos de hacer política lo fueron transformando en todo lo que detestaba.

Cosa curiosa:

Esos mismos hombres se ligaron a Porfirio Díaz, quien empezó a representar lo que en su momento significó Juárez: una esperanza de cambio.

En el segundo tomo de su libro sobre don Porfirio, Carlos Tello Díaz desentraña esos días terribles de don Benito: días en los que la reelección y las reformas a modo se volvieron las expresiones favoritas de un poder omnímodo.

También queda claro que en política la traición va ligada a los intereses.

Pero la historia del diecinueve mexicano es muy parecido a la de los siglos posteriores.

¿Quien será el Díaz de López Obrador?, me preguntó un hipócrita lector en las redes sociales una vez que subí mi anterior columna.

¿Quién lo sabe?

Nadie en este momento.

Aunque algunos nombres se dibujan:

Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Claudia Scheinbaum.

El primero de ellos que se retire repetirá el guión.

Y es que Díaz sólo quería quedarse a vivir en Oaxaca junto a su fiel Delfina en los peores años de su existencia.

No pedía más.

Fueron los hombres de Juárez los que le pidieron regresar a la arena política para pelearle el poder a quien se negaba a dejarlo.

Así es la vida.

Así es la naturaleza de los hombres.

Así es la maligna silla presidencial.

Sólo quien es víctima de ella puede traducirla.

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