Por años, diferentes administraciones municipales han intentado reordenar el comercio informal, sin embargo, hasta ahora la batalla la han ganado los dirigentes
Por: Osvaldo Valencia
Es sábado por la tarde del 20 de octubre, aunque puede ser viernes, o domingo, o lunes de cualquier otra fecha. Por las calles del Centro Histórico de Puebla —14, 12, 10, 8 y 6 Poniente— las personas caminan en el arroyo vehicular, no sobre las banquetas.
No se trata de un programa piloto para la peatonalización de ese polígono de la ciudad, no es que hayan bloqueado el paso a los automóviles... las personas no usan las aceras, no pueden, los ambulantes se han apoderado de ellas.
Hasta antes del cambio de administración municipal se estimaba que alrededor de mil 300 vendedores informales operaban en el Centro Histórico, pero la cifra aumentó a cerca de dos mil, según calculan los propios locatarios y líderes de organización de establecimientos.
En gestiones pasadas, los intentos de reordenamiento como la apertura de mercados fuera de ese polígono o un corredor exclusivo, fracasaron. No así las ganancias de quienes controlan cada centímetro de la vía pública.
El negocio de la informalidad
Por años, para convertirte en comerciante en el Centro de la ciudad no se ha necesitado de un local, ni mucho menos el pago de servicios como luz o agua. Vender en la calle es cuestión de acordar un espacio con alguno de los líderes de las organizaciones que controlan el ambulantaje, a cambio de una cuota diaria.
Ese es el caso de Juan y su hijo, quienes se encargan de “concesionar” espacios en la 10 Oriente y la avenida 5 de Mayo, la única vía pea- tonal del Centro Histórico.
Para quienes incursionan en la in- formalidad, Juan les pide una contribución de por lo menos 500 pesos para incorporarse a la organización e instalar su negocio en la calle.
Sin embargo, la “cuota” diaria no es la misma ni por calle, ni por líder ambulante. En las vialidades del Centro Histórico con más peatones el cobro, podría decirse, es especial. Por cada metro cuadrado que ocupe el vendedor se le cobrará 50 pesos, si son dos metros cuadrados la cuota sube a 100 y así sucesivamente.
En los territorios de Juan es la zona más cara; en la calle 10 Oriente la tarifa baja a 40 o 35 pesos.
También está el caso de Lola, una mujer que lidera a los vendedores sobre la calle 8 Oriente, entre la avenida 5 de Mayo y la 5 Norte. Quienes ahí trabajan saben que ella es quien mueve los hilos de ese lugar.
Para formar parte de su organización no se necesita de una cuota inicial para entrar, sólo requiere del pago diario de 50 pesos para ella.
Sin embargo, en las temporadas fuertes, como los meses de octubre, diciembre y enero, Lola pide una cuota mayor, aunque prefiere omitir el monto que pide para quienes preguntan por primera vez.
Si se toma la cifra más baja, que es de 35 pesos, y se multiplica por los dos mil ambulantes sólo para estimar los ingresos de los líderes ambulantes, resultaría que por los espacios rentados hay ingresos desde 70 mil pesos diarios, lo cual en un mes asciende a dos millones 100 mil pesos.
De continuar la misma cifra de vendedores ambulantes en las calles del Centro Histórico hasta fin de año, sus líderes se llevarán un aproximado de 25 millones 550 mil pesos.
No importa el giro comercial
Para las organizaciones de ambulantes el giro comercial es lo de menos, puesto que no hay una distribución fija por calles; son los clientes habituales quienes han marcado cada zona por los artículos que se venden.
En la esquina de las calles 14, 12, 10 y 8 Poniente-Oriente lo primero que se alcanza a ver son puestos de jugos y ensalada de frutas, además de vendedores de tacos de canasta; todos tienen clientes de 8 de la mañana a las 12 del día.
Para lo que resta de la tarde, se observa que la competencia entre vendedores de comida se centra sobre la avenida 5 de Mayo. Con puestos rodantes, tanques de gas y asadores con carbón, los comerciantes de cemitas de carnitas, tacos de carne asada, quesadillas, hotdogs y hamburguesas, así como pizzas y gorditas de nata compiten con locales de tacos árabes y fondas económicas.
Pero en otras calles hay una predilección por un giro en especial. En la 14 Poniente-Oriente los artículos que predominan son bolsas de mano para mujer, mochilas y ropa en general, desde calcetines hasta conjuntos de ropa deportiva y sudaderas.
En la 12 Poniente-Oriente los puestos se caracterizan por vender ropa para hombre como entre pantalones de mezclilla y playeras, así como bisutería y aparatos para videojuegos.
Los accesorios para celular como auriculares, cargadores, protectores y carátulas son los principales productos de la 10 Poniente-Oriente, en inmediaciones de la Plaza de la Tecnología. En segundo plano se quedan los estantes de ropa, accesorios para mujeres como aretes, chamarras y, como algo nuevo del rumbo, ropa para perros y gatos.
Los zapatos, desde f lats, tenis y botas, son el punto fuerte de la 8 Poniente-Oriente, en donde además, dependiendo de la época del año, los disfraces y adornos son mayoría en la parte poniente —como ahora que acaparan la temática de Halloween y Día de Muertos—.
En la 5 de Mayo no importa quién vende qué. La avenida peatonal es invadida lo mismo por puestos de comida, que de ropa, perfumes y lociones, bolsas, tenis y zapatos y juguetes de madera, plástico y electrónicos se postran sobre la avenida peatonal del Centro Histórico poblano para aprovechar y vender lo más que puedan hasta terminar la jornada del día, alrededor de las 22 horas.
El orden impera entre las organizaciones
Entre los diferentes organismos dicen que no hay rencillas, no hay molestias, mientras los integrantes se dediquen a su negocio todo transcurre tranquilo.
Incluso, en caso de que haya operativos por parte de los inspectores de Vía Pública, las organizaciones se ayudan entre sí: se dan el pitazo, se echan la mano para esconder las mercancías, se repliegan en las calles laterales a la 5 de Mayo y evitan el decomiso de su mercancía.
“Mientras tú formes parte de una organización, la organización te va a respaldar. Por los operativos no te preocupes porque nosotros nos arreglamos con los inspectores de Vialidad para que podamos estar aquí, ya cuando nos quieren desalojar nos avisan antes y ya nos movemos todos a las calles latera- les, pero aquí sin bronca se puede trabajar”, refiere el hijo de Juan.
Los intentos por el reordenamiento
Con cada administración municipal viene una iniciativa para regular el ambulantaje del Centro de la ciudad.
La última estuvo a cargo del presidente municipal Luis Banck Serrato, quien a mediados de 2017 propuso ante Cabildo la creación de un corredor dedicado justamente para el trabajo de los informales.
Fue así como en junio de ese año entró en operación el Corredor Comercial de la 12 Poniente-Oriente, que va de la 2 Norte a la 7 Norte, un espacio dedicado para la comercialización de productos con restricciones, como la prohibición de venta de piratería, la obligación para tener limpia la zona y la no venta de productos comestibles preparados, entre otras.
La propuesta inició con 303 lugares disponibles para ambulantes que se tenían que dividir por horarios para darle cabida a alrededor de 909 comerciantes en todo el día para que no ocuparan vías como la 6, 8 y 10 Poniente-Oriente.
Aunque en los primeros días el corredor tuvo buena aceptación e iniciativa de los informales para ocuparlo, con el tiempo las bajas ventas los desanimaron y los forzaron a retomar las calles que habían liberado.
Ahora, de los 303 espacios que tiene dicho corredor, sólo 43 son utilizados en todo el día, entre vendedores de comida, ropa y bisutería, principalmente.
En los periodos de Guillermo Pacheco, Marco Antonio Rojas, Rafael Cañedo, Gabriel Hinojosa y Mario Marín Torres la dinámica del gobierno municipal fue darle continuidad a la política de creación y habilitación de mercados, además de implementar operativos policiacos para despejar las calles de ambulantes, sin embargo, los mismos sólo provocaron enfrentamiento entre las organizaciones y el Ayuntamiento.
En el trienio de Luis Paredes Moctezuma se optó por la tolerancia de la informalidad en las calles e incluso en el Zócalo de la ciudad, pero el gobierno de Enrique Doger Guerrero eliminó está disposición y disminuyó su presencia.
En los casos de Blanca Alcalá Ruiz y Eduardo Rivera Pérez, las estrategias fueron los operativos para liberar las calles de comerciantes informales y creación de mercados y tianguis rodantes, respectivamente. En ambos casos los ambulantes se mantuvieron en la vialidad.
Hoy, en el inicio de la administración de Claudia Rivera Vivanco, la propuesta es dejarlos en las calles del Centro Histórico por lo menos hasta final de año, hasta analizar una posible solución mediante el agotamiento del diálogo y la rehabilitación de mercados para reubicarlos.
