El coso de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe recibió además a Héctor Gabriel Aquino y José Arturo Soto
Por: Diego Diego
Foto: Archivo Agencia Es Imagen
El sol cae implacable en el tendido del Relicario. Hoy (domingo) recibe su tercera corrida en menos de dos meses. Será la despedida de un grande de los ruedos y la graduación de un novillero a matador.
El primero en salir de la capilla es el joven poblano Héctor Gabriel Aquino, detrás de él se acerca al pasillo, en la última de sus corridas, Federico Pizarro; luego el futuro en la figura de José Arturo Soto. Antes de salir al redondel, cámaras disparan en repetidas ocasiones sobre los protagonistas de esta tarde.
Amigos, familiares y gente del medio abrazan a Pizarro, le desean lo mejor a Aquino y brindan su apoyo a Soto.
Se abre la puerta y entran al ruedo, son recibidos entre palmas y con música de banda.
“Pepito” es el primero en saltar, con el nerviosismo en la piel recibe a un toro de 540 kilogramos.
“Me siento muy contento, creo que son años de mucha disciplina, de mucho esfuerzo, de una trayectoria que he llevado como novillero aquí en México y en otros países”, dijo minutos antes de recibir al astado.
Arturo sabe el sacrificio que le tomó poder llegar a este momento, es consciente de que “estos días no se viven otra vez, es único, estoy muy contento y no tengo palabras para expresarme”.
El público se le entregó, ondeó pañuelos blancos y pidieron la oreja para el nuevo torero. Es el turno de Federico.
Pizarro tomó su alternativa en 1993, tras 25 años de trayectoria, dice adiós en el coso de los Fuertes de Loreto y Guadalupe; en su faena mostró elegancia y sensibilidad frente a “Palomo fifí” de poco más de media tonelada.
“Son ciclos, muchos recuerdos, muchas sensaciones, muchos sentimientos, queda disfrutar estas tardes que tengo aquí en puerta”, comentó sobre su retiro.
Federico Pizarro abandonó el recinto en hombros; dos orejas, la cosecha de esta corrida.
“(Los toros son) mi vida entera, mi profesión, mi vocación, algo que me ha permitido encontrar los valores de la vida, de realizarme, de lo que significa entregarlo todo, estoy agradecido y admirado a esa profesión”, fueron sus palabras.
Enérgico y con capote en mano salió Héctor Gabriel, mostró firmeza y decisión para salir a la cara del toro, los recortes de zurda enaltecieron la faena del matador aunque no estuvo certero con la toledana y su actuación se redujo a salida al tercio tras dos avisos.
“El año empezó ‘duro’ porque no había nada, ya estaba todo hecho pero yo no estaba incluido en nada. Fue hasta el mes de agosto, después de un año cuatro meses de haber tomado la alternativa y no tener una corrida de toros, salió la corrida de Teziutlán a lado del Payo y del maestro (Federico) Pizarro, fue una tarde de tres orejas muy rotunda que es lo que me ha abierto las puertas. Esta es mi cuarta corrida de toros, llevo un saldo de seis orejas, todo lo que ha venido pasando me lo he ganado”, platicó el joven poblano sobre su carrera.
Gabriel Aquino tuvo su alternativa en abril de 2017 en Acrópolis, en este momento se siente “muy contento pero todavía falta más. Esto es el inicio, estoy muy mentalizado a que el toreo es muy duro pero también es lo más grande que hay, y cuando tú estás entregado a tu profesión, yo creo que no hay nada más bonito y gratificante que las cosas se te vayan dando por ti mismo”.
Pronto espera ganarse la plaza del Relicario. “Es mi tierra, es mi plaza, me la tengo que ganar y tengo que defender a mi ciudad y a mi estado como el torero de la casa”, afirmó.
