
Entre Libros
Por: Fredo Godínez
Esta novela puede convertirse en una de las más destacadas de Palou, pues con precisión entrega al lector una obra que mezcla perfectamente la ficción con un ejercicio diacrónico de la historia.
Semanas atrás, en una comida que sostuve con dos personas a las que admiro y tengo mucho cariño: Mario Alberto Mejía y Zeus Munive, me comentaban que debo ser el seguidor más fiel de la obra de Pedro Ángel Palou. Probablemente sea cierto, en mi biblioteca personal destacan “prácticamente” las obras completas de tres de los escritores que conforman la Generación del Crack: Pedro Ángel Palou, Ignacio Padilla y Jorge Volpi, pero también resaltan otras plumas –con obras completas dentro de mi biblioteca personal– como Cristina Rivera Garza, Sergio Pitol, Xavier Velasco, Gisela Leal, Ximena Sánchez Echenique, Brenda Lozano, Felipe Lomelí, Guadalupe Nettel, Álvaro Enrigue, Edson Lechuga, Wendy Guerra, Mario Bellatín, Fritz Glockner y Valeria Luiselli, entre otros. A todos los he leído con atención y mucha pasión, y a muchos de ellos he tenido la oportunidad de conocerlos primero y posteriormente conservar su amistad y complicidad, agregándole así un extra muy peculiar a mis lecturas.
II
De unos años para acá vengo sosteniendo la idea de que hay dos momentos en la obra de Pedro Ángel Palou: antes de Quién dice sombra y El diván del diablo, y después de ellas. Dichas novelas, además de ser un divertimento y búsqueda literaria que él se permitió, también representaron un reencuentro con esa ciudad que quiere, pero que tanto le ha lastimado, que le ha sido ingrata: Puebla (pues ambas novelas acontecen la Angelópolis); a la par que sanaba esas heridas, se iría reconciliando con la herencia paternal: la historia, la cual amalgamaría con su pasión primordial: la ficción.
Dentro de esta segunda etapa narrativa existen tres ejercicios: el primero consiste en una exploración meramente histórica que se refleja en las novelas Zapata, Morelos, Cuauhtémoc, Pobre Patria mía, Varón de deseos y No me dejen morir así. El otro momento recae en la exploración histórica conversando con el género policiaco o detectivesco: El dinero del diablo, El impostor y La amante del ghetto. Y la tercera etapa la comenzó con Tierra roja, donde explora el momento histórico de Lázaro Cárdenas, continúa con la incursión en lo detectivesco y emprende su preocupación por retratar la importancia que tiene el periodismo en México y el peligro que conlleva dicha profesión, en el caso específico de esa novela: el periodismo de nota roja.
Todas esas exploraciones novelísticas le permitieron llegar a su más reciente libro: Todos los miedos.
III
Todos los miedos puede convertirse en una de las novelas más destacadas de Palou, pues con la precisión de un narrador/historiador-cirujano logra entregarle al lector una obra que mezcla perfectamente la ficción con una especie de ejercicio diacrónico de la historia (si es que eso existe). Y ese momento histórico que a Palou le interesó abordar es, quizá, uno de los más tristes y trágicos de nuestra historia contemporánea: la violencia provocada por el narco y la corrupción, y cómo afecta a los periodistas, esa especie de historiadores
instantáneos.
Para ofrecernos una correcta fotografía narrativa de los hechos, Palou recurre a un personaje femenino (siempre los más portentosos y asombrosos dentro de la obra paloutiana): Daniela Real, una periodista que con su pluma y algo más que ovarios decide enfrentarse a un sistema corrupto y patriarcal; una reportera que nos recuerda a Carmen Aristegui, Daniela Rea, Lydia Cacho o Anabel Hernández. Y el otro personaje medular es Fausto Letona, un ex policía retirado y desahuciado que desde la sombra pretende proteger a la periodista de todos los males que la acechan; un personaje que bien podría ser espejo de todo el que se aventura a leer esta novela o tal vez sea una metáfora del país, la justicia nula y el vilipendiado Estado de Derecho.
Otro acierto narrativo/estético de Palou es haber construido una novela que comienza en la madrugada de un jueves y termina en la noche de ese mismo día, cuya historia va cabalgando con la misma velocidad e intensidad de series televisivas como 24 y que nos otorga imágenes dignas de cualquier serie de Netflix.
Todos los miedos es una novela intensa, entretenida, que atrapa y lastima al mismo tiempo, pues proyecta/demanda la situación en la que está inmersa el país y que no hemos logrado comprender, pues cuando apenas estamos asimilando el hallazgo de alguna fosa clandestina o unos tráileres abandonados con 40 cuerpos, al instante nos enteramos de otro periodista asesinado, otra mujer desaparecida u otro secuestro perpetrado.
Todos los miedos de Pedro Ángel Palou es, parafraseando a Silvio Rodríguez, una novela urgente para México que, caro lector, no debe dejar pasar.
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Todos los miedos
En Todos los miedos, Palou se vale del lugar común, de ese lugar común para recordarnos el miedo que todos tenemos: no llegar a casa, no regresar, desaparecer. / PLUMASATOMICAS.COM

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Autor prolífico
Es autor de 40 libros, entre los que destacan Amores enormes, Con la muerte en los puños, En la alcoba de un mundo, Paraíso clausurado, Malheridos, La Casa de la Magnolia, Demasiadas vidas y las novelas históricas dedicadas a Zapata, Morelos y Cuauhtémoc. / REDACCIÓN

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*Todos los miedos: Pedro Ángel Palou. Planeta: 2018. México.
