Ante un auditorio repleto, Esparza Ortiz alzó la voz y pidió a los asistentes que encendieran sus celulares en señal de hartazgo y en demanda de poner freno a la impunidad.

Por: Mario Galeana

Hay algo más importante que los estertores del conflicto poselectoral en Puebla, parece decir Alfonso Esparza Ortiz, y eso es la tranquilidad de la que “todos hemos sido despojados”, incluidos —y sobre todo— los estudiantes.

Esparza habla frente a un auditorio a oscuras, un auditorio que atestigua su primer informe tras ser reelecto como rector de la BUAP. No se trata de un mensaje con el que intente mantener el control al interior de la institución, porque ya lo tiene asegurado por los siguientes tres años.

Se trata de una demanda, una solicitud a los actores que participan en la redistribución política del estado tras el 1 de julio: una exigencia al poder actual y al poder que viene.

“El enemigo”, dice, sólo será aquel que haga daño a la comunidad universitaria. “El enemigo”, lo repite, es “cualquiera que atente contra un universitario”.

Y lo escuchan, en la primera fila del auditorio del CCU, un bloque en igualdad de fuerzas políticas. Por un lado, el alcalde Luis Banck, el secretario Diódoro Carrasco y el magistrado presidente Héctor Sánchez Sánchez.

En otro, la alcaldesa electa Claudia Rivera Vivanco, el presidente de la Mesa Directiva del Congreso, José Juan Espinosa Torres y el próximo coordinador de Programas Sociales en Puebla, Rodrigo Abdala Dartigues.

Llama la atención la ausencia del gobernador José Antonio Gali Fayad, quien envía, en su representación, a Dinorah López de Gali, titular del Sistema Estatal DIF.

Esparza hace el reclamo a la mitad de su informe. Es un clamor enérgico, que lo lleva a apretar las manos contra el pecho y a doblarse sobre sí mismo: “¡Que se escuche bien! Cualquiera que atente en contra de ustedes, ¡es mi enemigo!”.

Luego saca su teléfono celular del saco y enciende la lámpara del dispositivo. Pide a todos hacer lo mismo, y el auditorio del CCU se convierte en la noche estrellada, en una cueva repleta de luciérnagas.

“Quiero que cada uno de nosotros iluminemos… que nos alcemos y que digamos todo de lo que estamos hartos. ¡Es nuestro momento! Alcémonos para dar respuesta en voz alta al mundo que nos necesita (…) Les prometo algo: si cada uno de nosotros hacemos lo que nos corresponde, un mejor futuro nos espera”.

El aplauso es ensordecedor. El mensaje ha sido ensordecedor. Y a Esparza no le queda más que sonreír, inclinarse un poco y decir “muchas gracias”.

Desde hace tres años, el rector de la BUAP ha implantado un estilo peculiar al rendir su informe de labores. El resto del año no suele ser un tipo que realice declaraciones explosivas a la prensa, a diferencia de otros directores de universidades privadas en el estado, pero cuando llega el día de su informe todos recuerdan exactamente su mensaje, quizá porque las palabras son elegidas con precisión milimétrica.

Casi siempre parece ser un hombre parco, no muy grácil, y por eso precisamente cada uno de sus informes se recuerda tanto, porque parece estar desprovisto de aquella capa.

Ayer, el sentido del mensaje de Esparza también se centró en el potencial de la innovación de la universidad. El informe inició con él sentado en un taburete, mientras al fondo transitaban imágenes de transbordadores espaciales y galaxias.

Al decir que las humanidades no están peleadas con el desarrollo de más y mejor tecnología, Esparza enlistó sobre todo a mujeres: la directora ejecutiva de YouTube, la directora operativa de Facebook, etcétera.

Y en una mujer su informe halló respuesta. Dinorah López tomó el micrófono apenas Esparza terminó la última línea de su discurso, y así se convirtió, posiblemente, en una de las poquísimas mujeres que, en nombre del gobierno del estado, dio respuesta a la máxima casa de estudios.

“Definitivamente el problema que aqueja a la sociedad es la inseguridad. Y todos tenemos que hacer algo desde nuestra trinchera. Desde el momento en el que empezó el robo de combustible, el gobierno del estado lo enfrentó… y lo seguirá enfrentando hasta el último minuto”, dijo.

Algo ha cambiado en el tablero político-universitario del estado. No se trata sólo de que el complejo fenómeno de la inseguridad —representado en el huachicol, en el robo, en cualquiera de sus formas— ya no se oculta dentro del discurso político, sino que, ahora, son ellas, las mujeres, quienes han tomado la palabra.

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