Sin Derecho de Réplica

Por: Alberto Rueda / @AlbertoRuedaE

 

Dicen que la ignorancia es atrevida y se convierte en una verdad absoluta si miramos dentro del Congreso poblano.

Soy un convencido de que la alternancia siempre es sana, siempre que termine en las conciencias adecuadas.

Lo que se ha visto en sólo dos semanas de ejercicio legislativo de los diputados deja mucho qué desear.

Es una Legislatura sui generis donde no se sabe quien la dirige. En teoría, debe ser comandada por Gabriel Biestro, un morenista de origen, de cepa –como dicen algunos– y quien ostenta la presidencia de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, es decir, el líder del Congreso; sin embargo, Biestro se ha visto rebasado por la sed descomunal de poder y el protagonismo desmedido de José Juan Espinosa, ahora transitando por las filas del PT. De tal manera que, parece, el poder ha sido cedido.

La alternancia pasó a ser una catarsis que ha tomado tintes de venganza y revanchismo político.

Desde el primer día echaron por la borda la posibilidad de mostrarse como una fuerza prudente y de altura de miras.

Si bien el morenovallismo cometió graves excesos, el morenismo –que hoy es mayoría– no ha logrado contener su sed de venganza y eso le ha llevado a cometer errores elementales.

Para muestra, la abrogación de la ley Bala, que fue aprobada en la primera sesión ordinaria y dispensada del tramite de análisis en comisiones. El resultado: una reforma que no contempló lagunas jurídicas, por las cuales el Ejecutivo la regresó al Legislativo con una serie de observaciones poniendo en evidencia la falta de rigor técnico en el planteamiento de las leyes modificadas.

Lo mismo pasó con las reformas a la Ley Orgánica de la Fiscalía General del Estado, la cual no puede ser retroactiva, pues se atenta contra el Estado de derecho.

¿Quién fue el artífice de estas “estrategias legislativas”?

¡Acertó! José Juan Espinosa.

Con un poco más de intelecto, paciencia y hasta oficio político  no se hubieran permitido estos deslices que los pusieran en evidencia.

Porque, al final, el Ejecutivo no ha vetado dichas reformas, sólo les hizo observaciones técnico-juridicas.

Es como cuando la maestra en la primaria nos pedía que repitiéramos la plana de las vocales; no nos reprobaba pero nos hacia ver un error elemental de la escritura.

Lo malo fue cuando el presidente de la Mesa Directiva –que no del Congreso– reveló documentos oficiales a través de sus redes sociales, antes de hacerlo al interior de la Junta de Gobierno, pasándose por el arco del triunfo la institucionalidad que le debe a Gabriel Biestro y al resto de los integrantes de la Junta de Gobierno.

Pero lo peor es que considera que el documento y las observaciones del gobernador Tony Gali son una afrenta personal, y sólo porque el documento está dirigido a su nombre, en calidad de presidente de la Mesa Directiva del primer periodo ordinario del primer año legislativo. Es decir, el diputado cree que por estar membreteado a su nombre puede decidir sobre el mismo; así anunció un proceso de inconstitucionalidad sin siquiera ponerlo a consideración de la Junta de Gobierno. Quiere decir que no entiende que forma parte de un cuerpo colegiado, como cuando en la toma de protesta anunció que no iría al acto protocolario del Grito de Independencia.

Y luego se enoja porque otros diputados de experiencia, como Rocío García Olmedo, le corrigen la plana y lo hacen ver como un ignorante.

De ese nivel.

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