La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

“Pásame el cel del padrote. No seas gacho. Ya me la quiero zumbar”.

La finísima persona que participa en un grupo de WhatsApp se hace llamar “Manito”.

Desde su escaño, el senador panista Ismael García Cabeza de Vaca le responde: “Ya somos dos”.

La imagen de la chica a la que ambos se quieren “zumbar” aparece a todo lo ancho y largo en el teléfono del senador.

Fecha del zumbadero: 25 de septiembre de 2018.

En el Senado de la República se aprueba una ley que beneficia a las víctimas de la trata.

Mientras transcurre la votación, los senadores perredistas Fernando Mayans y Luis Sánchez dialogan sin saber que el micrófono de la Mesa Directiva está abierto:

—¿Y vamos a hablar de trata, como usuarios?—, pregunta el primero..

—Sí. Como usuarios (carcajadas) —responde Sánchez.

—¡Ah, chinga, yo tengo derechos también, pero no como víctima! —cierra Mayans.

Ambos ríen a pierna suelta.

Fecha del revolcadero: 27 de octubre de 2016.

El diputado local de Morena, Héctor Alonso Granados, no está contento con la propuesta de una ley en contra de la violencia digital que afecta a las mujeres..

¿La causa?

Que le encanta compartir imágenes de “hembras desnudas” en un grupo de WhatsApp.

“¿Cuál es el problema? Es mi vicio oculto. ¿A poco por eso ya voy a ser delincuente? Si un pecado tengo es que me gustan las chichotas y las nalgotas ”, rebuznó ante un grupo de amigos.

¿En qué se parecen los senadores y el diputado local?

En que ven a la mujer como un trastecito sexual: un oscuro objeto de sus frustraciones.

Así, con esa patanería, andan por la vida desde hace décadas.

Y son felices.

Despatarradamente felices.

 

 

La Revista Proceso y las Frágiles Sensibilidades

Tras el escándalo generado por la portada del más reciente número de la revista Proceso, rescato algunas líneas aparecidas en Twiter, pero antes suelto una opinión.

El escándalo de Proceso es de lo más normal en un país que no lee más allá de las portadas.

Si quienes se rasgaron los paños menores hubiesen leído la entrevista que el periodista Álvaro Delgado le hizo al jurista Diego Valadés, y no sólo el llamado —“AMLO se aísla: El Fantasma del Fracaso”—, el ruido no habría sido tan sonoro.

Y es que el entrevistado —lleno de cargos, honores y reconocimientos— no dijo nada desdeñable y, mucho menos, ofensivo.

Sólo se dedicó a alertar sobre la falta de sintonía que a su juicio hay entre el presidente electo y sus brazos legislativos.

Proceso nació sensacionalista y así se ha mantenido a lo largo de los cuarenta y dos años que cumple.

No recuerdo una sola portada que haya estado en otro tenor.

El sensacionalismo no es malo cuando hay carne en el horno.

Y del horno de Proceso han salido guisos de primera.

Quienes este domingo quemaron en leña verde a la revista tendrán que comerse sus palabras.

(Algunos ya se las comieron cuando escucharon a AMLO decir que el debate es sano).

Por lo pronto, le dejo al hipócrita lector una serie de frases a propósito de este tema.

¿Su autor?

Carlos Bravo Regidor.

“Habiendo tantas críticas posibles, válidas y fundamentadas, a la portada de Proceso o a las opiniones de Valadés, ¿por qué se decantan por descalificar a la revista, por insultar al entrevistado, o por adherirse al delirio absurdo de que ahora Felipe Calderón controla Proceso?”.

“Nada me separa más de buena parte del lopezobradorismo que su manía de reducir asuntos complicados a dicotomías simplistas, su renuencia a admitir la legitimidad de la crítica en su contra, y sus ínfulas de pureza y superioridad. También a veces son una parodia de sí mismos.”

“Nada me reconcilia más con el lopezobradorismo que la actitud de buena parte de las élites mexicanas: su clasiracismo, su desinterés sobre la dura realidad que viven las mayorías, su conformismo con la desigualdad. De veras a veces se empeñan en ser peores que su propia caricatura”.

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