La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

La prensa cultural mexicana es muy aldeana.

Qué decir de la prensa poblana.

Salvo excepciones notables, los reporteros culturales no leen ni por equivocación.

Creen, por ejemplo, que Dostoyevski es la marca de un refrigerador y que Stravinski es la de una licuadora.

A menudo repiten la famosa frase “ladran los perros, Sancho” y se la atribuyen a Cervantes, sin saber que fue Orson Wells quien la maquiló para una película sobre el Quijote.

Recuerdo una vez en que el joven reportero Ricardo Rocha entrevistó a Carlos Fuentes al término de una gran charla en El Colegio Nacional.

Fuentes acababa de publicar Terra Nostra —¡Madre nuestra!, diría Arreola—: volumen tan pesado que cualquiera podría matar a alguien con él.

Lejos de preguntarle sobre la conferencia que acababa de dar o sobre el citado libro, Rocha quiso saber sobre el contenido de su nueva obra.

Saturado por la ignorancia del reportero, Fuentes dijo burlón que todo libro tiene sus nueve meses y le hizo una recomendación que no le gustó y, evidentemente, tampoco siguió:

“Póngase a leer, joven”.

Esa noche, en el noticiero 24 Horas, Jacobo Zabludovsky lamentó el tono burlón del autor de tantas grandes novelas.

Hoy la historia se repite.

El jueves pasado, Beatriz Gutiérrez Müller vino a Puebla a presentar un libro basado en su tesis para obtener el grado de Maestría en Letras Iberamericanas en la Ibero Puebla.

¿Tema?

Bernal Díaz del Castillo, autor de “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”.

(Aunque el historiador francés Christian Duverger publicó en su libro “Crónica de la Eternidad” que el verdadero autor de esa obra era Hernán Cortés, lo que sigue generando una gran polémica).

Los reporteros que entrevistaron a quien presidirá de manera honoraria el consejo de Memoria Histórica y Cultural de México se le fueron encima en cuanto la vieron llegar al Centro de Convenciones de Ciudad Universitaria.

Lejos de preguntarle sobre alguna de sus muchas obras —Beatriz es autora de dos novelas, un libro de poemas y varios volúmenes de ensayos—, los reporteros culturales de Puebla le hicieron preguntas obsoletas y desinformadas sobre la consulta popular del fallido aeropuerto de Texcoco y la función de las primeras damas.

Sin mostrar síntomas de enojo, sólo les respondió con algo elemental:

“Lean el libro y después pregunten”.

Algo así como el “póngase a leer, joven” que le recetó Carlos Fuentes a Ricardo Rocha.

No faltaron las protestas en las redes ni los encendidos reclamos por su falta de cortesía o por las supuestas evasivas ante preguntas hechas a tientas y a locas.

Gutiérrez Müller hizo lo que haría cualquier otro escritor ante la prensa cultural.

El problema no fue de ella, sino de los reporteros que no leen.

Faltaba menos.

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