La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Gabriel Biestro, José Juan Espinosa y Héctor Alonso Granados tienen algo en común:

Son los diputados locales más ridículos del país.

Difícilmente alguien podría superarlos.

Como dijo Henry Kissinger de Richard Nixon cuando éste renunció a la presidencia de Estados Unidos:

“Si alguien lo hubiera abrazado a los seis años de edad, y le hubiera dicho ‘te quiero’, su vida habría sido distinta”.

Eso mismo pasa con nuestros personajes, quienes en muy poco tiempo han hecho del Congreso del estado el más venido a menos del país.

Ahora este trío de pillastres, como diría Alejandro Mondragón, pretende integrar la terna para ser gobernador interino de Puebla ante una eventual anulación de los comicios.

Imagínese el hipócrita lector el escenario.

Si los tres han enloquecido con el poder que les ha dado el Congreso, ¿qué sería de nosotros si uno de ellos fuera entronizado, aunque sea por unos meses, en la gubernatura del estado?

Eso sí:

Convertirían Puebla en un hospital psiquiátrico dominado por los pacientes.

En esa misma lógica, y ante un escenario de desgaste del próximo gobierno federal —que ya ha empezado a resentir el peso de ser autoridad, al decir de una encuesta de El Universal—, las cosas se les complicarían notablemente frente a una elección extraordinaria.

Quien fuera el candidato resentiría el pésimo trabajo de este trío así como el desgaste de la Cuarta Transformación.

En estos momentos ya hay una fuerte sensación de arrepentimiento en algunos sectores por haber votado por Morena.

Esa sensación irá creciendo en los próximos meses.

Y si uno de estos dilectos personajes tomara las riendas del estado —aunque sea por unos meses— la entidad lo resentiría de inmediato.

Pero la ocurrencia de Héctor Alonso —mejor conocido como el Porno Diputado— descansa en la “gran relación” que tiene —eso presume— con Elba Esther Gordillo, lideresa resucitada del magisterio nacional.

Los pacientes del psiquiátrico ya tomaron las instalaciones.

El director ha sido encajuelado.

Las reglas del hospital cambiaron por completo.

¡Todos a correr!

¡Las mujeres y los niños primero!

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