En Clancletas
Por: Lupina Bojalil
Fui al Mochomos, el restaurante de moda en Puebla, con mi gentil esposo. Ahí andaba lo mejor de lo mejor de la Angelópolis. Por ejemplo: La “Tutsi” Ruvalcaba, la “Pelona” Garmendia y la “Coquis” Valderrábano. Todas, oh sí, acompañadas de sus amantes y esposos. La “Tutsi” tiene a su marido enfermo, por lo que no dudó en ir acompañada de su nuevo galán: hijo, por cierto, de su socia. La historia me la contó una de sus amigas y no tiene pierde.
La “Tutsi” está casada con un gachupín muy violento que la golpea cuando bebe, por lo que cayó en una fuerte depresión. Su socia y amiga —Fede Martiradoni— se la llevó a su depa de Acapulco para que se repusiera. Por ahí andaba el hijo menor de Fede —que acaba de cumplir veinte años—, quien a la tercera copa la sacó a bailar. El caso es que al ratito ya andaban de lo más querendones y se inició el romance. Ya llevan nueve meses así y el marido no sospecha nada.
La “Tutsi” es arquitecta y sostiene los vicios del chamaco, además de comprarle ropa y toda clase de aparatos eléctricos. También lo lleva a comer a sitios como el Mochomos. Ella pidió de entrada los fabulosos tacos de cola de res y la papada de cerdo. Él arrancó con el clásico coctel Mochomos, preparado con mezcal y jugo de piña. La “Tutsi” no se quedó atrás y le metió duro al tequila. A eso de las siete de la noche, el chamaco andaba ligándose a la hija de la “Pelona”, pero la “Coquis” le dijo a la “Tutsi” lo que estaba pasando y se acabó el romance. También se acabó la comilona, pues mi muy querida amiga se lo llevó de los pelos.
El Mochomos se ha convertido en el lugar de moda de los ricos de Puebla. Ahí llegan las niñas con los outfit más atrevidos y sensuales. Lo mismo llegan empresarios que futuros funcionarios del gobierno federal. El sábado, por ejemplo, llegaron al lugar Ricardo Salinas Pliego y su esposa, quienes aprovecharon un receso de La Ciudad de las Ideas para comer con Andrés Roemer y Pam Cortés. Cuando don Ricardo entró a la terraza descubrió que todo mundo estaba fumando, por lo que le dijo al capitán que lo cambiara de mesa a un lugar libre de humo. El dueño de Televisión Azteca —extraordinario amigo del presidente electo de México— parecía sacerdote en el Vaticano: saco negro, pantalón negro, suéter negro y canas rutilantes. Sólo le faltó una biblia en la mano para cubrir el expediente.
Mientras eso ocurría, pensé en la “Tutsi” y su señor esposo, quienes son devotos de la Virgen del Camino y las hostias del padre Carreón, un famoso pedófilo de una iglesia de Tlaxcala.
Nos vemos la próxima semana, pero En Chancletas.
