Garganta Profunda 
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva

Están al menos tres de los cuadros distinguidos que firmaron hace semanas el desplegado donde condenaron que su partido  hiciera un gobierno de coalición con el morenovallismo.

Despojados de su altanería de otros tiempos, cuando el PRI era todopoderoso y ocupaban cargos de privilegio, manejaban presupuestos millonarios y un séquito les rendían pleitesía, muchos ex figurones priistas poblanos están ahora tocando, con inédita humildad, las puertas de los líderes de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en busca de chamba. Ya no importa de qué ni de a cuánto. La intención de ex diputados, ex secretarios de gobierno, ex abanderados a alcaldías y hasta ex candidatos a gobernadores es conseguir acomodo para meterle mano al presupuesto, tener un sitio dónde hacer negocios o un sueldo que les permita al menos la sobrevivencia.

En paralelo, los operadores políticos del auge tricolor de otros tiempos también han dejado las filas del priismo para sumarse al lopezobradorismo.

Es el nuevo transfugismo que en Puebla está dejando prácticamente desmantelado lo que quedaba del Revolucionario Institucional.

Lo más irónico es que entre los buscachambas están al menos tres de los cuadros distinguidos que hace unas semanas firmaron el tan mencionado desplegado donde condenaron la posibilidad de que su partido hiciera un gobierno de coalición con el morenovallismo.

Esa carta abierta en la que reprochaban el abandono del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y en la que se lanzaban con veneno contra el ex candidato a la gubernatura, Enrique Doger Guerrero.

De los principales 36 firmantes, hay datos de que Alberto Jiménez Merino, gerente de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), y el ex diputado federal Óscar Aguilar González, buscan empleo en el morenismo.

Los mismos que reprocharon con especial rencor a la dirigencia nacional su entrega y pactos con el ex gobernador Rafael Moreno Valle, llevan meses buscando el cobijo de Morena.

Con tiempo suficiente para rogar y pedir trabajo, previo a la asunción formal de Andrés Manuel López Obrador, Jiménez Merino ha estado en varias ocasiones en las oficinas del senador morenista José Narro Céspedes, presidente de la Comisión de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural de la Cámara alta.

Se sabe que el ex delegado de Sagarpa en Puebla es especialista en siembra de plátanos y papayas y búfalos de agua con tufo a droga y busca quedar en algún carguito, el que sea, en esa misma dependencia donde ningún buen resultado dejó.

Aguilar González, nos dicen, ha buscado reiteradamente al coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila. También quiere estar en la nómina.

Aparentemente, ha retomado también sus ligas con el lopezobradorismo a través del hoy diputado federal y próximo subsecretario de Gobernación, Zoé Robledo, el ex candidato perdedor a Casa Puebla, Javier López Zavala, a pesar de que tiene una cartera menor en el CEN priista.

Hay dudas también sobre Adela Cerezo Bautista, la líder del grupo de rebeldes que publicaron el desplegado y la reclutadora de bases, con el fin de tumbar Javier Casique Zárate de la dirigencia.

De la delegada de la Procuraduría Agraria hay versiones de que busca acercamientos con los morenistas, a pesar de que está amadrinada y avalada por la mismísima Beatriz Paredes Rangel, de nuevo senadora, en su cruzada contra Doger y Casique.

De cargos y personajes de medio pelo hay muchos que han dejado ver su fuga al morenismo y hasta hay quienes aseguran que tienen puestos amarrados.

Es el caso del ex candidato perdedor a la alcaldía de Acatzingo, Francisco Ramírez Gómez, quien se presenta como el próximo titular del área agropecuaria del gobierno de López Obrador en Puebla y presume, hasta en redes sociales, el supuesto padrinazgo del senador Alejandro Armenta Mier, incluso soltó la versión de que cuenta con el aval del coordinador del Partido Encuentro Social (PES) en San Lázaro, Fernando Manzanilla Prieto.

Tres más que buscan su permanencia en la nómina federal, pero ahora con los colores de Morena, y en la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), donde trabajan o lo hicieron, son Carlos García Aportela, jefe de zona regional; José Rocha Ramírez, subdelegado… o lo fue, y Miguel Ángel Fierro, quien fue el dirigente de los jóvenes priistas en tiempos de Mario Marín Torres.

Los últimos dos, el miércoles hicieron antesala en el Senado de la República para solicitar las recomendaciones respectivas con líderes del lopezobradorismo.

Un área en la que se ve claramente el éxodo es con los operadores a ras de suelo que tenía el PRI por todo el estado y que ahora están en los equipos lopez-obradoristas.

La mayoría de los casi 20 delegados políticos que tenía el tricolor hoy son de los que proclaman “es un honor estar con Obrador”.

Entre ellos, Guillermo Rosas, José Luis Canán, Carlos Mendizábal y un largo etcétera que representa la prueba del desmembramiento del PRI en Puebla.

Ésta, si no fallan los cálculos, es la cuarta fuga masiva de priistas poblanos al lopezobradorismo.

La primera, con la fundación de Morena en 2014.

La segunda, con las elecciones federales de 2015.

La tercera, y más abundante, con los procesos comiciales de 2018.

Y ahora, en busca de chamba, el cuarto éxodo hacia la Cuarta Transformación.

Como diría el clásico: “¡Qué bonita familia!”

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