Durante la sesión de ayer el presidente de la mesa directiva condujo la misma sin estridencias y cada legislador hizo uso de la palabra sin censura
Por: Mario galeana
La advertencia del caos brillaba incesante, porque el orden del día de la sesión de ayer del Congreso de Puebla era, sobre todo, un amasijo de vendettas.
Ya por la noche del domingo la lista de los asuntos a tratar en el Pleno era pública: José Juan Espinosa exigiría al gobernador José Antonio Gali presentar las declaraciones patrimoniales de sus hijos; el PAN solicitaría a la Fiscalía General del Estado (FGE) una investigación contra Espinosa por posible enriquecimiento ilícito y, para cerrar la pinza, el PRD presentaría una solicitud para destituirlo como presidente de la Mesa Directiva del Congreso local.
La amenaza de una sesión anárquica trató de ser mitigada, sin mucho éxito, por el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Gabriel Biestro, quien la noche previa a la sesión envió un comunicado en el que aseguraba que se había reunido con todos los líderes de las fracciones legislativas para acordar que el Congreso local retomaría sus sesiones ordinarias, suspendidas desde que Espinosa y el jefe de la bancada de MC, Carlos Alberto Morales, se liaron en jaloneos y gritos a bocajarro.
Desde aquella noche, la del 20 de noviembre, Biestro ha asumido una defensa inquebrantable a favor de Espinosa, quien en tres meses no sólo se ha erigido como el más importante, irascible y estridente de los 41 diputados locales de la LX Legislatura, sino como pieza inamovible en los intereses de Morena y sus aliados frente a la Mesa Directiva.
Espinosa es coordinador de una bancada de cuatro diputados: no más poderosa que la del PRI, por ejemplo, pero el peso de otros 18 legisladores repartidos en los grupos legislativos de Morena y PES le han permitido asumirse como el principal instigador del fuego.
Biestro, por el contrario, ha sido su principal apaciguador: cada error de Espinosa ha sido defendido por Biestro y, en consecuencia, su liderazgo ha ido en detrimento frente al resto de las bancadas, frente a la oposición.
Eso mismo ocurrió ayer: mientras Biestro aseguró que la paz estaba hecha entre las 10 fracciones legislativas, la jefa de una de ellas, Rocío García Olmedo, salió a desmentirlo y a decir que, al menos con el PRI, ningún acuerdo se había alcanzado.
“Si bien el compromiso del PRI es el de seguir trabajando y retomar la actividad de las sesiones en el pleno con civilidad y responsabilidad, es importante dejar en claro que no se debe mentir y menos ante la opinión pública, asegurando encuentros o acuerdos que nunca ocurrieron”, dijo a través de un comunicado.
Y, minutos antes del inicio de la sesión, en una entrevista, García Olmedo insistió: “Yo dije que no podíamos llegar a esta sesión como si nada hubiera pasado, pero ellos están interpretando que sólo es un problema personal entre el diputado Carlos (Morales) y el diputado José Juan (Espinosa)”.
Así arrancó la sesión ordinaria de ayer: con un acuerdo de paz nunca firmado.
En el Pleno había un vacío raro. Porque raro era no ver a los ex burócratas, ambientalistas y simpatizantes de Morena que suelen atiborrar las galerías del Congreso local para festinar las intervenciones de los diputados de Juntos Haremos Historia, y aullar y abuchear cuando los legisladores de la oposición suben a tribuna.
Espinosa había anunciado, días antes, que por una orden de Protección Civil la zona de galerías había quedado imposibilitada y que, por esa misma razón, nadie podría entrar al pleno del Congreso, incluidos fotógrafos y reporteros.
Aunque el presidente de la Mesa Directiva anunció que la medida formaba parte de una supuesta estrategia del gobernador Gali para coartar la labor del Poder Legislativo, entre las bancadas de oposición surgió la versión de que, en realidad, era un plan urdido por el grupo de Morena y sus aliados para cerrar el paso a la prensa.
Por esa razón, el coordinador legislativo de Nueva Alianza, Gerardo Islas, anunció que la medida de seguridad era absurda y que, en consecuencia, solicitaría la renuncia de Rubén Darío Herrera Cabrera, titular de Protección Civil.
Al mediodía, la dirección de riesgo canceló su consejo de prohibir el paso al Pleno por un argumento que en lugar de ofrecer una respuesta abrió un abanico de dudas: porque “no se siguieron los procedimientos correspondientes para emitirlo”.
Al hacer pública la nueva orden de Protección Civil, Islas festejó desde su cuenta de Twitter: “El Congreso vuelve a la normalidad en las visitas e invitados a las galerías de nuestro pleno. Celebramos que el coordinador de Protección Civil del estado mantenga vigente el oficio CGPC/010263/2018 y no se utilice como elemento político. Bienvenidos todos al Congreso”.
Tras esto, a los reporteros se les permitió acceder a la parte alta de las galerías, una sección en la que el Pleno se observa hacia abajo, a no más de 10 metros: una distancia no muy lejana, pero suficiente para impedir cualquier acercamiento hacia los diputados.
Mientras tanto, la sesión avanzaba y la advertencia del caos aún parecía ineludible. Espinosa, sin embargo, mostraba un temperamento no antes visto y conducía la sesión sin estridencias: cada diputado utilizaba el tiempo de la tribuna legislativa sin que su micrófono fuera cerrado, como antes ha ocurrido.
En el punto seis de la sesión, mientras se discutía una reforma a la Ley de Agua, el Congreso vio chispazos de la revuelta que pudo haber sido: hubo polémica porque Morena y sus aliados aseguraban que la modificación a la ley devolvería al Congreso la facultad de fijar las tarifas por este servicio, y la oposición afirmaba lo contrario.
Justo a las 15 horas, antes de que el Pleno abordara el punto 26, que consistía en el exhorto dirigido a Gali para que presentara las declaraciones patrimoniales de sus hijos, Espinosa sometió a votación la suspensión de la sesión: el resultado fue unánime y todos tomaron sus abrigos.
El presidente de la Mesa Directiva convocó a los 41 diputados a la sesión solemne del jueves 29 en la que Gali presentará al Congreso su último informe de labores: un día antes, según distintas versiones periodísticas, de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declare el fin del conflicto poselectoral o el inicio de una nueva campaña.
Y sólo la víspera de tan decisivo fallo pudo detener, al menos por ahora, la llamada del caos.

