Los Guisantes de Mendel
Por: Víctor Florencio Ramírez Cabrera/ @vicfc7
Un domingo de abril de este año salí de casa con los 40 pesos que pagaba por los dos litros de jugo de naranja que solía comprar.
Regrese a casa con litro y medio y 2.5 pesos. El jugo costaba ya 25 pesos el litro. Un mes después costaba 30 y se sostuvo así hasta hace un mes, que costó de nuevo 20 pesos.
¿Que pasó? Pues que todo el tiempo de abril a noviembre era menor la producción de naranjas y aunque había, era más caro cosecharlas y las que estaban en el mercado eran igual más caras.
Con la energía pasa algo similar y posiblemente más crítico. No solo baja la disponibilidad sino que sube el consumo. Es como si en verano hubiera más consumo de jugo, justo cuando hay menos naranjas. ¿Por que es esto? Porque la matriz energética del país sigue basada de forma importante en combustibles e hidroeléctricas.
En el tiempo de baja captación de agua (estiaje), se puede generar menos en las hidroeléctricas y por tanto baja la disponibilidad de energía.
Si a eso agregamos que la red de gas (el combustible más barato y de los más limpios en la actualidad) y su disponibilidad en el país es limitada y que las subastas de energía eléctrica y el mercado energético aún no aportan la cantidad de energía renovable suficiente para tener influencia en la facturación eléctrica y, finalmente, que hay zonas que aún se mantienen básicamente de la generación más cara y sucia (como l
Pero ¿qué se puede hacer para solucionarlo?
Hay dos cosas que hacer para disminuir los altos costos de energía:
1. Engañar a la población con subsidios abiertos o disfrazados como esquemas tarifarios irreales que generen bajos precios.
2. Diversificar la matriz energética e invertir (o generar mecanismos para que otros inviertan) en modelos de generación de energía de más bajo costo. Esos modelos son los de energía solar y eólica.
Si quiere bajar las tarifas de otra forma es imposible.
Si alguien le dice que lo hizo o hará rápido, simplemente está usando un subsidio oculto, como el del punto 1, que terminará por quebrar a las empresas de electricidad (pública o privada, que no recibirá el pago completo por lo que hace) o sacrificando el gasto público (que se puede ver en menos obra pública, menos medicinas, menos gasto en educación, becas, pensiones para adultos mayores, etc).
Ahora: más de 9 de cada 10 usuarios en México paga sólo una parte de lo que consume, pues reciben un subsidio. El resto, que son los domésticos de alto consumo, conocidos como DAC y las tarifas comerciales no reciben subsidio. Esto significa que si hay poca energía y mucha demanda, como en el verano, los DAC y las tarifas comerciales quedan a merced de las condiciones y sus tarifas suben de forma importante. El resto, 9 de cada 10, no verán grandes cambios.
¿Pueden hacer algo? Claro. Igual que lo que puede hacer alguien que quiera jugo de naranja y no lo encuentre barato en el mercado: hacer su propio jugo. O sea, generar su propia energía ¿Cómo? Con paneles solares. Con eso abonaría seguridad a la red, energía limpia y recuperaría su inversión en cuatro años, asegurando energía por unos 25-30 años.
Por eso, preocupa que los que dirigen la empresa de energía (SENER con CFE) quieran meterle mano a las tarifas. Recordemos que ya el presidente lo hace un poco mediante la Secretaría de Hacienda que comparte esa responsabilidad (necesario cuando parte de las tarifas llevan dinero del Estado mediante subsidios) y más si meten mano con intenciones políticas, pues ya sabemos las consecuencias.
Los Telómeros. Rápido y después de la alta expectativa, tres cosas preocupan en mi tierra: que han hecho pura basura con el tema de la idem, que a los pepenadores (que evitaban que lo útil de la basura se convirtiera en verdadera idem) los dejaron sin chamba, y que los próximos tres años nos llenemos de idem (en sentido literal y figurado).
