Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso
Despecho y venganza son complementos, la mayoría de las veces, ineludibles y casi siempre se gestan entre el rencor y el odio.
Estas condiciones son muy humanas y por lo mismo pueden ser típicas en una sociedad, si es que se saben en el desahogo colectivo.
Varias de las decisiones iniciales de los nuevos congresos en esta cuarta transformación nacional, bien pudieran caer en este cajón de desastres. Por eso mismo se vuelven poco útiles para las decisiones de gobierno.
Quienes diseñaron el sistema de “pesos y contrapesos” en un gobierno, estoy seguro, anticiparon etapas como ésta que viene del rencor, al odio y se resuelve en despecho y venganza.
Por eso nunca fue, ni será eficiente que el Presidente Nacional tenga un congreso controlado. Nadie vigila a ninguno y entonces, toda prédica del buen gobernar se extingue, necesariamente se extingue, pues la misma sacra escritura lo prescribe: “en el arca abierta…hasta el más justo peca”.
A lo mejor por eso, el Presidente López Obrador esquivó las cómodas curules del Congreso de la Unión para justificar, que no legitimar una de las decisiones que serán ícono de su nuevo gobierno y de la cuarta transformación que ha iniciado en nuestro país.
En el Congreso Federal, diputados y senadores están totalmente dominados por la misma organización política que hizo presidente al licenciado Andrés Manuel López Obrador. Ahí, la decisión de dónde construir el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, sin lecturas en el pleno y sin trabajo en las comisiones legislativas, estaba más que tomada para ser donde fuera menos en Texcoco, sólo por la razón, como el pecado original de los católicos, de haber sido tomada por los de la “mafia del poder” que se van a ir, pero que no se han ido y creo, si las cosas en las Historias reales de los pueblos no han cambiado, no se irán.
Eso es gobernar por despecho y actuar por venganza.
López Obrador, que no peca de ingenuo, ni ejerce la candidez por método, tomó la primera gran decisión de su gobierno. Tiene que ver con el nuevo aeropuerto, pero no se agota ahí. Comparte generosamente muchos mensajes.
El primero es recordar que quien manda, ya desde ahora, en nuestro país es Andrés Manuel López Obrador. Retoma aquellos tamaños de la Presidencia fuerte que hasta el año 2000 tipificó a los gobierno priistas.
El segundo, nos enseña, que el respaldo de los electores, no debe extinguirse en la toma de posesión del nuevo presidente. Que eso era señal de arranque de los que, más tarde, habrían de ser juzgados como abusos, pues mandando el presidente y alargando hipotéticamente la decisión en las urnas electorales todo el periodo, justificaban todo.
El Presidente López Obrador en la nueva transformación nos enseña que cada acto, habrá de tener el “respaldo” de los ciudadanos, cuantas veces sea necesario, porque eso sí, hará legitimas cada una de las decisiones, antes de ser ejecutadas.
No ha sido el Presidente López Obrador quien ha decidido construir el nuevo aeropuerto en Santa Lucía, Estado de México, fue la decisión popular en una consulta pública nacional, método que será reutilizado cuantas veces sea necesario, oportuno y suficiente, para volver a demostrar a todos los mexicanos que el respaldo otorgado a López Obrador no fue ni un arranque de locura propio de la desesperación o del rencor de los mexicanos cansados por tantos abusos e impuridades, ni fue desahogo desesperado, ni salto al vacío.
Una decisión bien tomada, tiene fuerza todo el tiempo y por eso merece ser retomada, cuantas veces la razón lo necesite.
Y esto para mí, es lo que importa de ese ejercicio, polémico por supuesto, pero útil como ejercicio de una democracia que se adapta a las necesidades de la gente. Nunca diré que se suple, substituye o se sepulta, pues este método, es democracia pura, pues “consulta al pueblo, donde, reside el único poder soberano”.
Una decisión inteligente de un nuevo presidente inteligente al que respalda pública e inteligente, sus ciudadanos, cuantas veces sean necesarias para recordarnos que la democracia útil, no debe agotarse en las urnas electorales.
Por eso, no importa que ciudadanos que nunca han viajado en avión y posiblemente nunca viajen en su vida, hayan votado por un aeropuerto que nunca utilizarán.
Por eso no importa que ciudadanos que no saben donde queda Texcoco o Santa Lucía, hayan votado en esta consulta popular….
Lo que importa, es respaldar al Presidente López Obrador cada vez que él lo pida.
