Servidoras públicas, integrantes de organizaciones civiles y ciudadanos se unieron en una manifestación pacífica, silenciosa, para pedir el cese a todo tipo de agresiones hacia el género femenino
Por: Osvaldo Valencia
Las calles del Centro de la ciudad de Puebla se pintaron de dos colores por una sola causa: el naranja, contra la violencia hacia las mujeres, y el blanco, para pedir paz en un país donde los feminicidios van al alza.
Servidoras públicas, integrantes de organizaciones civiles y ciudadanos se unieron en una marcha pacífica, silenciosa, no para pedir Alerta de Género o la legalización del Aborto, sino paz para ellas, el cese a todo tipo de violencia, sea física, laboral, verbal o económica.
Desde El Gallito –punto de reunión de toda manifestación rumbo al Zócalo– cientos de mujeres, hombres y niños se congregaron identificadas con blusas blancas y gorras naranjas.
No hicieron retumbar las paredes de los antiguos edificios del Centro poblano con gritos ni consignas, dejaron que las frases que les han dicho por años hablaran de lo que han experimentado cada una.
“Lloras como niña”, “Pobre, le hace falta macho”, “Las niñas bien no dicen groserías”, “Calladita te ves más bonita”, “Mujer al volante, peligro constante”, “Vieja el último”, “Este trabajo sólo es para hombres”, “Nalgas prontas”, “Eso le pasa por ir sola” o “Las mujeres asesinadas no estaban en misa”, fueron algunas de las frases de las pancartas.
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La marcha no es un movimiento aislado, en otros municipios y estados más mujeres participan en una, como parte del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer cada 25 de noviembre.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2011 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México, 63 de cada 100 mujeres mayores de 15 años tuvieron algún incidente de violencia en su vida.
El 27% de las féminas de más 15 años padeció al menos un incidente de violencia (emocional, económica, física y/o sexual) ejercida por su actual o más reciente pareja, 15.5% fue víctima de agresiones de un desconocido, vecino o amigo; 3.4% fue violentada por algún familiar distinto a la pareja y 1% dijo haber sido agredida por un profesor o compañero de la escuela.
Alondra Méndez comentó que a lo largo de su vida académica fue acosada por compañeros, incluso por maestros, que quisieron tocar su cuerpo.
“En la prepa era un poco más rebelde y aventurera, entonces sí me acerqué a mi director de escuela (por acoso de un maestro) y lo que me dijeron es que estaba bien protegido, entonces puedes denunciar, pero al final no va a trascender. Después tuve represalias de ese profesor, me reprobó porque no accedí a salir con él; entonces vi que no tenía sentido denunciar”, señaló.
Fuera del ambiente académico encontró refugio de ese tipo de prácticas en su trabajo –en el DIF estatal– aunque ese es el único sitio donde puede hacerlo: “Es una violencia constante que se vive en las calles y donde estudiamos o trabajamos”.
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Al llegar a un costado del Zócalo se ve entre las representantes del movimiento a mujeres como las diputadas locales Rocío García Olmedo (PRI) y Nora Merino Escamilla (Morena); la presidenta del patronato del Sistema Municipal DIF, Mayte Rivera Vivanco; la ex candidata del PVEM a diputada federal, Norma Estela Pimentel; Rocío Limón Maldonado, madre de Paulina Camargo, y a Edurne Ochoa, directora de Todas por Nosotras y por las Otras.
A ellas las separa su ideología política, ámbitos de acción o profesión, pero las une la misma causa: la paz entre mujeres y hombres, así como el alto a la violencia hacia ellas.
“Estamos aquí porque estamos cansadas de ser violentadas en nuestras casas, de sufrir acoso en nuestros trabajos y ser invisibilizadas”, remarcó Edurne Ochoa.
“Estamos aquí porque nos queremos seguras, estamos aquí porque nos queremos vivas. Juntas exijamos y luchemos desde nuestros espacios por una vida libre de violencia. Ya llegamos y no nos vamos”, concluyó la activista, mientras al fondo un grupo de feministas exigía que no hubiera una muerta más.
